TAREA PUBLICA
Por: Carlos OROZCO GALEANA
Gran expectativa causó la gira del presidente Andrés Manuel López Obrador realizada por los estados de Guanajuato, Jalisco y Colima porque en ellos se han agudizado los últimos años problemas de inseguridad. La paz en ellos es una utopía. La prueba de esa situación de descomposición la encontramos en las altas tasas de homicidios y otros delitos no menos graves.
Había sin duda morbo por la visita a esas entidades. Guanajuato, gobernado por el Pan, Jalisco por el MC Y Colima por el Pri, son de algún modo, para el orgullo presidencial, piedras políticas en el zapato, principalmente porque sus tres gobernadores forman parte de un bloque formalizado a raíz de la pandemia y de su alegato por problemas financieros que cada una de ellas padece para garantizar su desarrollo.
Los opositores de Amlo se preguntaron si con la pura visita las cuestiones de inseguridad se resolverían. Obvio que no es así. NI esperar. Los mal pensados esgrimieron que Amlo está de campaña hacia las elecciones del 2021 y que sus deseos de paz son un subterfugio para hacer acto de presencia y fortalecer a figuras morenistas que quiere impulsar, lo que no ocurrió. Amlo piensa quizás que tiene a tiro de escopeta las gubernaturas de al menos dos de ellas, Jalisco y Colima, ya que el Pan en Guanajuato tiene fortalezas incuestionables.
Las giras presidenciales han de ser oportunidades magníficas para que los gobernadores presenten proyectos y propuestas y obtengan apoyos de la Federación, dado que con los recursos de las entidades no se hacen grandes obras, solo pequeñas. Si se han portado bien, es muy probable que sus planteamientos sean atendidos.
Otra cosas son las realidades sociales de cada entidad. El gobernador de Guanajuato está lidiando con varios carteles al igual que las otros dos. Varios municipios son motivo de disputa como nunca se había visto. Pareciera que los carteles mandan allí, sobre todo el CSRL. En Jalisco, el gobernador Enrique Alfaro también padece la presencia creciente de varios cárteles, los que lo han amenazado ya, y es por ello que lucha por ganar el respaldo del presidente López Obrador quien dijo más o menos que habría borrón y cuenta nueva con el gobernador, una nueva etapa en sus relaciones. Esto es bueno.
Respecto a Colima, la visita se puso de escándalo. Portadas nacionales. Se salió Amlo del libreto de paz y fustigó duramente a funcionarios (depredadores del erario) que aprovechándose de los cargos públicos, se hacen ricos de la noche a la mañana, y adquieren, porque traen ambiciones muy atrasadas de cumplir, mansiones aquí y en el exterior y se dedican no a gobernar sino a saciar sus instintos de apoderarse de cuanta cosa les gusta valiéndose de su posición encumbrada. Son los que estudian en el extranjero y no dan resultados, son igual de corruptos, dijo. “A esos, me les aparto porque son una vergüenza.” Sin embargo, digo yo, como presidente tiene la obligación de hacer la justicia si es que se ha dado cuenta de quienes son los abusivos. No es bueno generalizar y afectar honras ajenas así nomás, porque en su gabinete, hablando claro, hay al menos una docena de funcionarios que estudiaron en Europa y Estados Unidos. Como presidente, tiene todas las cartas de la baraja en la mano, es el que reparte las tandas. Menos discurso y más acción justiciera.
Con ese modo de comunicarse el presidente luce muy enojado. En los círculos políticos se habla que está muy molesto con el gobernador Ignacio Peralta porque participa en el Grupo de 8 gobernadores que le demandan respaldo para sus estados y por haber sido incluso anfitrión de ellos en Comala, y que sus críticas tenían un destinatario en su persona en respuesta por la grilla que le ha armado últimamente ese grupo.
Vayan las críticas de Amlo en la dirección que sean, tras las escaramuzas de este con los gobernadores es necesario priorizar la restauración efectiva de la paz y la seguridad en las regiones donde las cosas están desordenadas. No puede seguirse así. Deben superarse los malos momentos que surgen cuando en la relación política entran factores ideológicos o de otro tipo de interés entre gobernantes de partido distinto.
Es deseable que las palabras del presidente obedezcan a una nueva posición respecto a los gobernadores. Si prometió que revisaría el marco fiscal, que lo haga y llame a una convención nacional en donde se definan nuevas reglas de entendimiento y cooperación. Tanto Amlo como los mandatarios estatales no dan buen ejemplo si dejan que sus desencuentros los dividan y entorpezcan la necesaria colaboración interinstitucional que debe existir para que la acción política entre esos dos órdenes de gobierno tenga en los hechos las consecuencias benéficas deseadas por todos.
No quiero pensar que el recio discurso de IPS pidiendo un trato justo para Colima sea el motivo de una andanada de indirectas presidenciales que no abonan a la gobernabilidad.