La ley ya no es la ley
Por: Carlos AGUIRRE
Los últimos días han sido de mucho pensar. Han pasado tantas cosas a niveles tan importantes que, sin embargo, la mayoría de ellas, han pasado desapercibidas por el grueso de la población.
Ha habido cambios a la constitución general de la república y como consecuencia, habrá adecuaciones a las constituciones locales y a diversas leyes federales, generales y estatales. Es decir, los hechos que están aconteciendo son de una gran trascendencia, no son cualquiera cosa.
Fíjense, se nos han limitado las garantías a los derechos humanos y la gran mayoría de la población ni cuenta se dio, no entendieron de qué se trataba y cuando fueron a votar, solo pensaron en la simpatía de Obrador y en el hecho de que él sí había sido capaz de sacar ahora sí, al PRI y al PAN del gobierno y borrarlo del mapa. Y así fue, que la mayoría de diputados y senadores los gabó la coalición morenista y los legisladores que habían falta para contabilizar mayoría absoluta…se los agandallaron, pisoteando el Principio de Representación Proporcional que limita el abuso del poder de las mayorías, dando a las mayorías la posibilidad real de ser consideradas.
Tampoco les importó que, si bien sacó al PRI y al PAN de los Pinos, los políticos corruptos y de la mafia del poder, como el mismo Obrador les llamó siempre, se fueron con él y siguen ahí bien acomodados, sin soltar la ubre. Incluso ahora esos políticos ladrones -decía- ya no lo son, ya no son corruptos, ya son casi héroes nacionales.
Las consecuencias de lo que está pasando no se pueden predecir, ni especular, no tenemos idea de cuál será la consecuencia, pero será enorme y negativa. Principalmente las consecuencias derivadas a las reformas que se hicieron a la ley de amparo en 2023 y las modificaciones constitucionales que debilitan al poder judicial, haciéndolo parecer casi como un adorno de pasillo.
Imagínense la seriedad con la que se está viendo el tema de la integración del Poder Judicial, que siendo fieles a lo que ellos mismos aprobaron, los senadores de Morena han iniciado el proceso de selección de los nuevos juzgadores, mediante el uso de una tómbola, como si fuera kermese de escuela primaria, o de las fiestas patronales, en las que se deja a la suerte el resultado de los premios, en este caso, las plazas de juzgadores.
Para determinar que cargos de magistrados y jueces de distrito, se usó una tómbola pues, y así, fue la suerte la que decidió quien se va y quien se queda en esta primera etapa. Recordemos que la modificación establece que la mitad será electa -quien sabe cómo- el próximo año y el 2027, se elegirá la otra mitad.
No importaron grados académicos, años de experiencia, casos controvertidos en los que se tuvo participación o el número de quejas, o sentencias recurridas. Lo único que importó fue que Obrador dijo que el pueblo debía votar por jueces y magistrados y que los ministros, magistrados y jueces, tengan el perfil de Lenia Batres, la Magistrada del Pueblo. Así igualita a sus intervenciones, serán las que veremos de unos meses para adelante, una vez concluida la primera etapa de la renovación de juzgadores, puro barrio.
Y ¿Los derechos humanos qué? ¿Los hay? ¿Quién lo dice? ¡Eso es puro cuento! ¿No? ¿La ley es la ley? Naaaa, parece que ahora la ley la dicta quien tiene el poder. ¿Quién limitó a Obrador tantas veces que violó la ley? ¡Nadie! Y cuando le dijeron que alguna ley era inconstitucional, (la eléctrica, por ejemplo) que sus diputados y senadores le habían aprobado, pues le nació el odio al Poder Judicial todo y acabarán despedidos todos. Por contrariar a Obrador, el Poder Judicial está siendo desmantelado, las consecuencias no importan, el pueblo bueno todo lo aguanta.
Violar la ley reiteradamente por el presidente tiene sus consecuencias, ahora también el Poder legislativo ignora las determinaciones del Poder Judicial, incluso las legislaturas locales lo están haciendo y los ejecutivos también. Muchas suspensiones provisionales concedidas por amparos promovidos han sido ignoradas como si no existieran. Parece que hay una competencia en quien desacata más veces y es que hacerlo implica quedar bien con Obrador, no con el pueblo al que según eso representan. Y quedar bien con el jefe, da puntos y a veces hasta estrellita en la frente.
Esto se ha descompuesto y apenas es el inicio.
¡Que el Señor nos agarre confesados!