La llamada sociedad civil y la autoridad

La llamada sociedad civil y la autoridad
Por: Carlos Aguirre

En la década de los noventas del siglo pasado, tal vez de los 80´s, ante los cada vez más grandes reclamos sociales, inició un proceso de apertura a la sociedad en la toma de decisiones gubernamentales.

En esos años es cuando a la población se le reconoce, bajo la denominación de Sociedad Civil, antes era prácticamente ignorada. La presión social era cada vez más fuerte y había que abrir la puerta, abrir la válvula de escape. No hacerlo hubiera implicado consecuencias fatales para el régimen en el poder.

Los organismos tradicionales que ya existían desde décadas atrás, como las cámaras gremiales, por ejemplo, son objeto de reconocimiento público y al mencionarse en público, nos referíamos a ellos como “organismos de la sociedad civil”, para diferenciarlos de los otros organismos, los públicos. Los medios de comunicación daban cuenta de sus actos y el gobierno les abrió espacios.

Se crearon innumerables consejos, comités de participación, de consulta, de todo lo que se puedan uno imaginar: de salud, de participación ciudadana, electorales, sociales, de desarrollo urbano, de todo, literalmente.

Cada institución tenía el suyo para estar a la moda. El Conalep, por ejemplo, tenía el suyo, Consejo Consultivo con los Sectores Productivos, los CECATIs, los CEBETAs y los CEBETIs, también lo tuvieron. Cuando los directivos querían despedir a algún director incómodo, le echaban la culpa al Consejo y lo hacían…hasta que los miembros tomaron conciencia del peso que les había dado la autoridad al invitarlos y ¿Qué creen? Pues se empezó a voltear “el chirrión por el palito”, poco a poco la sociedad empezó a tomar control de muchas cosas…hasta que los consejos fueron dejando de ser convocados y así como aparecieron, desaparecieron.

A veces, se tomaba en cuenta a la sociedad mediante su participación en los mencionados comités y a veces -muchas- solo eran el pretexto para autorizar o negar algún permiso. Surgen conceptos como Estudios de Impacto Social que pretenden reflejar el impacto que causa una decisión, una obra, o una acción gubernamental, en la sociedad o parte de ella. Este estudio se hace mediante la opinión de los ciudadanos, muchas de las veces sin ningún contenido o sustento metodológico, solo el afectivo, que desde luego es muy poco objetivo.

Para construir una gasolinería, por citar un ejemplo muy común, es indispensable entre muchos trámites, la opinión de los vecinos, mediante el estudio antes mencionado. Muchas estaciones de servicio, se han al menos retrasado por esta razón y los vecinos ni cuenta se han dado que era “por su culpa”. A veces se enteran por los medios de comunicación por que “ellos” habían impedido que se otorgara el permiso. Pudiera incluso, ser usado como pretexto para luego extorsionar al interesado.

Como vemos, la participación social ha sido buena y ha sido mala, tal vez, ha sido incluso causante de corrupción, como se menciona anteriormente.

Podemos decir que, en mucho, la participación social dio lugar a que la población le tomara medida a la autoridad y poco a poco fue también tomando control de algunas cosas, iniciando por el de las calles. Cuando la autoridad compartió la toma de decisiones, renunció a también a la responsabilidad de muchas cosas, se hizo convenencieramente complaciente, permisiva, pasiva…cobarde, diría yo, irresponsablemente se fue por el camino fácil.

Ahora, no tenemos autoridad para muchas cosas. Veamos.

No hay seguridad pública, no hay seguridad social, no hay seguridad vial. En las diferentes entidades federativas vemos que quien está a cargo de la seguridad no es la autoridad, sino los grupos delincuenciales, la guerrilla en las calles se está convirtiendo en cosa común. Las advertencias de un grupo a otro, pretenden limitarse entre sí. La autoridad reconoce que la delincuencia y la violencia se acabará cuando los grupos antagónicos quieran.

Por otro lado, muchas veces no hay orden urbano en las construcciones. La gente parece tener la opción de respetar o no el alineamiento y mucho menos el CUS, coeficiente de uso de suelo y el COS, coeficiente de ocupación de suelo, ambos determinan la superficie de desplante y el total de metros cuadrados que se pueden construir en un lote, según el uso. Sin embargo, es muy común ver lotes que tienen construido el 100% de la superficie y lo replican en varias plantas. Algo que definitivamente la ley no permite, pero la autoridad sí.

Hemos ido perdiendo valor social y valor urbano. No nos hemos dado cuenta, pero la ciudad de las palmeras que era Colima, reconocida por la limpieza y orden en calles, así como por su seguridad, ya no lo es. Ya no hay orden, las calles están sucias, llenas de basura, baches y los delitos a la orden del día; todos conducimos nuestros autos como queremos, nos pasamos el semáforo en rojo y damos vuelta donde no debemos, porque es común que no haya nadie que nos diga que no, mucho menos que nos infraccione. No hay límites que se respeten. Al final, puede más una bala que un reclamo y a los policías parece que les da miedo llamar la atención a los ciudadanos, ya no se diga infraccionarlos. El presidente en turno, se la piensa dos veces, porque dentro de poco va a volver a buscar los votos, entonces deja que todos hagamos lo que nos plazca.

Muchas veces al caminar por una banqueta, nos encontramos con que un barandal limita nuestro paso, porque el carro de quien vive ahí es más grande que la cochera y entonces la reja invade la banqueta, para seguir el contorno del auto y hace que el lote sea mayor, ignorando el derecho de los vecinos. Otras veces, las personas hacen una rampa para meter el coche a su cochera, e invade hasta medio metro del arroyo de la calle, o lo necesario, para perder el desnivel y que el coche no “pegue”. ¿Por qué pasa esto? Porque la autoridad lo permite, así de simple.

Otras veces, encontramos toldos empotrados, o cimentados en la vía pública, camellones o banquetas, para resguardar algunos negocios “semifijos”, que tienen ventas mayores que muchos “fijos” ¿Y la autoridad? Volteando para otro lado.

¿A dónde vamos? La autoridad parece estar rebasada en muchos aspectos pero, con las modificaciones constitucionales de las +ultimas semanas, parece que se prepara el terreno para que la autoridad vuelva a serlo, ahora sí, sin ninguna limitación.

Que sea buena la semana.