Si bien la erupción del volcán Grímsvötn -el más activo de Islandia – es grande, no se espera que cause el nivel de caos visto el año pasado, cuando su compatriota Eyjafjallajokull empezó a emanar lava y ceniza y paralizó los aeropuertos de toda Europa.
Y la del Grímsvötn mantendrá cerrado este lunes el principal aeropuerto de Islandia, mientras Europa vigila la nube de cenizas ante el temor de que se repita el cierre del espacio aéreo.
Sin embargo, es poco probable que ocurra semejante desorden, por motivos naturales y técnicos.
No tan parecidos
En primer lugar, los vientos indican que las indeseables cenizas se mantendrán lo suficientemente alejadas del espacio aéreo europeo.
También hay que tener en cuenta que la del Eyjafjallajokull, el año pasado, fue una erupción inusual.
La actividad inicial derritió el hielo que había sobre el volcán, y cuando el agua del deshielo llegó al cráter y se encontró con la lava caliente, la combinación fue explosiva.
La nube del Eyjafjallajokull contenía partículas excepcionalmente finas, filosas y abrasivas que podrían haberse fundido en el interior de los motores, obstruyéndolos y dañando otros componentes.
El basalto en aquel volcán tenía un alto contenido de sílice, lo que hizo que las pequeñas partículas de ceniza quedaran suspendidas en la atmósfera durante un largo período.
El Grímsvötn también está cubierto de hielo. Pero como explica el doctor Clive Oppenheimer, de la Universidad de Cambridge, «la composición del magma favorece una ceniza gruesa, lo que significa que tal vez se caerá del cielo mucho más rápido que en el caso del Eyjafjallajokull».
Lecciones aprendidas
Además, la nueva erupción encuentra a los equipos de expertos mejor preparados que el año pasado, cuando tomaron medidas precautorias que para algunos fueron exageradas.
Aunque vale recordar que el mes pasado un equipo de científicos de Dinamarca e Islandia concluyó que la decisión de cerrar el espacio aéreo había sido «absolutamente correcta».
En base a las lecciones aprendidas, como recuerda el profesor Roderick Smith, del Imperial College de Londres, las autoridades aumentaron el nivel de tolerancia a la ceniza en la atmósfera: se pasó de 0 a 2 miligramos por metro cúbico aceptables, y luego se duplicó el nivel de tolerancia.
Si este tipo de fenómenos ocurre más seguido, seguramente podría seguir aumentando la tolerancia, apunta Smith.
Y no sólo cambiaron las normas sino que se compraron más aparatos. La oficina Meteorológica del Reino Unido, que alberga el Centro de Asesoría de Ceniza Volcánica de Europa, cuenta con un nuevo radar en Islandia para obtener más información sobre el comportamiento de las cenizas.
También se han desplegado más lidares, artefactos que utilizan láser para analizar lo aspectos de la nube, como su densidad.
La Oficina de Meteorología del Reino Unido –país al que llegaría la nube entre el lunes y el martes- también dice tener en cuenta las lecciones aprendidas y cree que está preparada para dar una respuesta mucho más calibrada que el cierre total del espacio aéreo de 2010.
Aunque, como señala Smith, siempre «estamos a merced del clima».
Con información de BBC.