La transformación y la felicidad

Crónica sedentaria

Avelino GÓMEZ

Casi se termina la semana y uno mira, sin asombro, el país que estamos construyendo. ¿O destruyendo? Los dos conceptos parecen tan cercanos cuando se piensan en el contexto de la política. Algo está pasando, eso es evidente. Para unos está en marcha la transformación, para otros se trata de una mutación y, para no pocos, una regresión.

De pronto vienen a la cabeza esos versos de Neruda: “Sin duda todo está muy bien, y todo está muy mal, sin duda”.

 

Todo está bien: En nombre de la transformación se extinguen ciento nueve fideicomisos con los que se atendían proyectos y necesidades puntuales de ciencia, contingencias naturales, protección a periodistas, educación, deporte y arte. Todo está mal: La bandera del combate a la corrupción se ondeó en alto para borra de un plumazo lo ya constituido, en lugar de mejorarlo, blindarlo y fortalecerlo. En todo caso y a la larga, en esto de los recursos que se administraban a través de fideicomisos terminará ganando la omisión o la corrupta condicionalidad política. No hubo solución de fondo para la comunidad científica, artística y deportiva. Simple ocurrencia nada más para llevar dinero de un lado a otro.

 

Todo está bien: Nuestro presidente habló frente a las Naciones Unidas para decir que en este país “había un avión presidencial (que) existe todavía, pero está en venta, ya lo rifamos y todavía vamos a venderlo”. Todo está mal: Caray. Uno ya no pide que nos hagan sentir orgullos, sino simplemente que nos eviten la pena. El asunto de la rifa del avión fue un hecho más anecdótico que histórico y, como juegos pirotécnicos de fiesta patronal, sólo sirvió pasa distraer y entretener y olvidar las cosas urgentes. Que alguien nos convenza de que esto no fue una forma de corromper la inteligencia ciudadana.

 

Todo está mal: La Suprema Corte declaró constitucional una consulta para enjuiciar a ex presidentes y, en su actuación, parece que el poder judicial se sometió a la dinámica populista del titular del ejecutivo: Vamos, pues, por otro capítulo de esta telenovela. Todo está bien: Quién no querría dar respuesta a esta pregunta —ahora mismo, pero también una vez que concluya este sexenio y los que siguen—: “¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos encaminados a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”.

 

Todo está mal: El gobernador de Colima rindió su quinto informe de gobierno. Rendido ya, Ignacio Peralta rindió lo que apenas pudo rendir. Todo está bien: En su mensaje ante el Congreso, el gobernante lanzó una confusa promesa que cualquiera lo tomaría como sarcasmo puro: “A un año de la conclusión de mi mandato, puedo asegurarles que lo que está por venir será más trabajo, con la misma pasión, entusiasmo y determinación que el primer día”. Allá ustedes si no son felices. Seguro.

 

Todo está muy bien, y todo está muy mal, sin duda…