Por: Noé Guerra Pimentel
La salud y la enfermedad son parte integral de la vida, del proceso biológico y de las interacciones medio ambientales y sociales. Cuando en el siglo XVI traídos o por su voluntad llegaron a esta región los ancestros europeos, africanos y asiáticos, aquí también había enfermedades entre nuestros antepasados nativos locales, ambos se contagiaron fueron víctimas de sus respectivas inmunidades.
No nos engañemos, enfermedades había allá como acá. Con el descubrimiento de este continente y el asiático los males continentales se combinaron, cada uno aportó sus gérmenes en el intercambio.
Los centros de población y su presumible abandono años antes del arribo europeo, abraza la fundada hipótesis del desarrollo de enfermedades endémicas que fueron catastróficas, Tula y Teotihuacan, entre otros, pueden ser ejemplos de los fenómenos que, aparte de los climáticos, abatieron a dichas sociedades. Por las evidencias se habla del Tifo murino, diferente al europeo, como principal agente exterminador humano a través de piojos y pulgas locales. Los cambios y la adopción de nuevos hábitos también fueron determinantes, por ejemplo, la iglesia católica prohibió por “pecaminoso” el baño frecuente, proscribió el baño de temazcal y vedó la desnudez entre los naturales.
En 1520 la primera enfermedad importada fue la Viruela, la que mató a Cuitláhuac, epidemia que en parte facilitó la conquista y de la que el “paciente cero” fue un esclavo traído por Pánfilo de Narváez, llamado Francisco de Eguía. Mal que tuvo varios brotes epidémicos hasta el siglo XIX y en los que Colima no fue la excepción. Igual que la de Sarampión, cuyo principal pico mortal inicial se originó en 1531. En contraparte los primeros exploradores ya habían sido portadores de la Sífilis venérea o americana contraída en las Antillas a finales del siglo XV misma que en 1493, por sus diferencias con la de allá, impactó a media Europa. En 1545 fue la salmonela, en su versión europea, traída en los barcos con las ratas como portadoras del viejo mundo para contaminar alimentos y bebidas con la bacteria.
Fue la primera vez que, ante tantos, para evitar la propagación del contagio, se empezó a echar cal a los cuerpos sepultos e insepultos. La Fiebre hemorrágica pegó en 1576, los nativos la llamaron, la más temible y devastadora hasta nuestros días, en un mes aniquiló a más de un millón doscientas mil personas en el puro altiplano central. Otra epidemia que trajo y propagó la conquista al Nuevo mundo, fue la del paludismo o malaria, que llegó con los esclavos de Africa y que en Colima, para no creerse, todavía en 1985 y en 1985 se registraron 387 y 302 casos respectivamente, ninguno mortal.
En el siglo XVIII, en 1736, otro golpe de Tifo o peste se manifestó en el continente americano. Durante la guerra de Independencia, en 1813 se dio un letal brote de Influenza que principalmente menguó a las milicias de la corona. Sin más datos se sabe que el cólera grande cobró su primer saldo en Colima el 22 de agosto de 1823 y el último el 22 de octubre del mismo año y que en 1827 un ataque sarampionoso devastó hasta desaparecer a la población de Valenzuela en Tecomán y parte del resto de la costa con más de un centenar de muertos. Más tarde, 30 mil decesos, solo en el Valle de México, ocasionó el Cólera morbus en 1833, mismo que en Colima aniquiló a mil 800 personas entre el 6 de septiembre de ese año y el 7 de junio del siguiente. En 1850, el Cólera chico entre junio y agosto sepultó a 170 víctimas solo en Comala. Durante el siglo XIX otra invasión, la francesa, trajo consigo otra enfermedad que se convirtió en epidemia, la de la Difteria en 1864.
En 1883 la fiebre amarilla franca se metió en el litoral del Pacífico, en la ciudad de Colima se hizo célebre “la Mariposa negra” acarreando cuerpos apilados hasta el nuevo cementerio abierto en el predio “Las víboras” ante la emergencia y la saturación del anterior, el de “el Moralete”, época aciaga entre los colimenses que registró hasta 30 muertos por día durante cinco meses, entre agosto de 1883 y enero de 1884. Enfermedad que, con nuevos aires mutó en 1914 y que a causa de la invasión norteamericana entró por Veracruz y Tamaulipas hasta llegar a Sinaloa.
Ese mismo año, 1914, México padeció la “epidemia del hambre”, época de hambruna, en la que la gente al carecer de comida satisfacía el hambre con animales, raíces y plantas silvestres, lo que les ocasionaba hinchazones y úlceras purulentas que les ocasionaban la muerte. Cuatro años después la terrible Influenza española dejó como saldo en nuestro país más quinientos mil muertos en plena revolución, de estos Colima tuvo 108 fallecimientos entre diciembre de 1918 y marzo de 1919, seguida por otra manifestación de Fiebre amarilla en 1923. Más tarde, sobre la década de los años 50s se padeció la epidemia de poliomielitis.
Finalmente hemos tenido epidemias por ETSs de los 60s y 70s, y pandemias como la del VIH de los 80s, el Cólera de los 90s, la fiebre porcina y gripe aviar del 2000 al 2005, la del Dengue clásico y hemorrágico en 2007, con 185 casos en el país y 30 en Colima, sin decesos recientes; la de Influenza del 2009, con una muerte anual en promedio aquí desde el 2015; la del Chikungunya y el Zika, sin defunciones entre el 2015 al 2018 y ahora esta, la del Coronavirus que a la par pero con muchos más casos el Dengue y el Sarampión en este marzo del 2020 en Colima