Por Noé GUERRA PIMENTEL
Hablamos aquí de un “libro de Autor”, o sea financiado por el mismo que lo escribió, en este caso el veinteavo de José Oscar Guedea Castañeda. Un texto aportador que, integrado por 253 páginas, en un desglose de 17 capítulos y cinco preliminares: abreviaturas, prólogo, agradecimiento, presentación e introducción, además del Anexo Fotográfico, nos permite conocer la evolución cronológica del segundo Ayuntamiento del actual estado de Colima, constituido el 1 de enero de 1814, hará 206 años, por mandato de la Constitución de Cádiz.
Es así como partiendo de la toponimia del original nombre (Almoloya) que antecede al actual Villa, proclamada el 10 de septiembre de 1824, entre copias de mapas antiguos, algunos inéditos y fotografías de lugares y personajes, el Autor nos compromete con una consulta que en cada apartado abre horizontes para profundizar en temas diversos que en un ejercicio de erudición nos presenta en este trabajo que quedó como herencia a Villa de Álvarez y que se incorporó a la bibliografía que nos identifica y une dándonos testimonio del ayer en el presente.
Entre sus tópicos, *Villa de Álvarez y su devenir histórico, aborda la fundación de la primera puebla, principalmente compuesta por naturales oriundos del pueblo indígena de Chiapa, acercados por la cruzada evangelizadora de la monarquía española y que en esta región, entre otros grupos, corrió a cargo de los franciscanos, congregación que desde mediados del siglo XVI quedó establecida en el entorno del monasterio de San Francisco de Almoloyan, cuya construcción data de alrededor de 1554, según lo testimonió el primer visitador de la entonces Nueva España, el licenciado Lorenzo Lebrón de Quiñones.
En este compendio documental y de comentarios interpretativos que aluden la remota estirpe de la actual Villa de Álvarez, se involucra al lector en la evolución de la sociedad de esta jurisdicción a través de sus ordenanzas, bandos, reglamentos y decretos dependiendo del ámbito, así nos encontramos, por ejemplo, con la organización y operatividad de sus ayuntamientos, la concesión de su título de Villa, la organización de sus fiestas y hasta de las catástrofes humanas que los vecinos de diferentes épocas han enfrentado. Debidamente referenciadas, el investigador no deja suelta ninguna de sus afirmaciones ni especula con hechos o nombres, aspecto que se agradece pues nos da la certeza de que estamos leyendo hechos sustanciados y no anécdotas o díceres pretenciosamente históricos.
Encontramos en este libro, y eso amerita dado su valor histórico inherente, la creación de una galería, a partir de la página 87 y a lo largo de 164 páginas las relaciones o nómina de Ayuntamientos, no solo de los presidentes que han gobernado en esta jurisdicción, inscritos desde enero de 1825 hasta el del periodo actual 2012-2015, pasando por el que antecedió al del nombre actual, el de 1859, denominado Ayuntamiento provincial de Almoloyan, encabezado por Jesús Alcaraz, sucedido por el de 1860, primero con el nombre de Ayuntamiento de Villa de Álvarez, en honor al primer Gobernador del Estado, Manuel Álvarez Zamora.
Igualmente, este texto, entre otras, consigna las alternancias de género, con Martha Dueñas González en 1959, primera alcaldesa electa en el Estado de Colima, a la que entre interinas y electas le siguieron otras notables damas que, con su ejercicio, abrieron camino a las mujeres y también destaca la alternancia partidista, condición política prefigurada a lo largo de estos tres últimos lustros. Nombres de mujeres y hombres que en resultan historias aparte que hay que conocer y que aquí se ofrecen para una comprensión de la evolución de este pueblo que ha sabido conjuntar tradición y modernidad en el desarrollo regional.
Guedea Castañeda, el autor, investigó y escribió prácticamente de los diez municipios de Colima aportando valiosos resultados de estos estudios en su mayoría realizados por su cuenta y, con ello, preservado la memoria institucional de cada municipalidad. Bien por su memoria y legado y bien por Villa de Álvarez, que se favoreció con esta obra que seguramente si no hubiera sido mi amigo José Oscar, nadie más la hubiera hecho. Nos saludamos el siguiente año.