LECTURAS / Gracias a la vida

“Me falta algo, no sé qué es.
Lo busco y no lo encuentro.
Seguramente no lo hallaré jamás”.
Violeta Parra. Enero de 1967.

Por: Noé GUERRA PIMENTEL

Hará más de un siglo nació Violeta Parra la autora de esta hermosa canción: Gracias a la vida, que de pronto algunos hemos tarareado y otros, con voz, memoria y afinación, hasta han cantado con un dejo de gratitud y nostalgia por lo conocido, por lo tenido, por lo perdido, por lo vivido.

Sin embargo, la letra, escuchada en Mercedes Sosa, Serrat, Tania Libertad o la propia Parra, si se analiza un poco y tratamos de entenderla desde el contexto en el que fue creada, más que un cumplido es una elegía, un reclamo, un reproche a la vida misma, porque teniendo lo que la autora tuvo en su vida, siendo lo que fue e hizo, no pudo concretar lo que en su momento como mujer, “madre, amiga -hija-, hermana”, pretendió y a lo que probablemente aspiró, desde la plena maternidad hasta el llamado buen amor, sin meternos al esquema ideológico con el que enfrentó y se sobrepuso a su realidad.

Gracias a la vida. Gracias a la vida que me ha dado tanto/ Me dio dos luceros, que cuando los abro/ Perfecto distingo lo negro del blanco/ Y en el alto cielo su fondo estrellado/ Y en las multitudes el hombre que yo amo. Gracias a la vida que me ha dado tanto/ Me ha dado el oído que en todo su ancho/ Graba noche y día, grillos y canarios/ Martillos, turbinas, ladridos, chubascos/ Y la voz tan tierna de mi bien amado. Gracias a la vida que me ha dado tanto/ Me ha dado el sonido y el abecedario/ Con él las palabras que pienso y declaro/ Madre, amigo, hermano, y luz alumbrando/ La ruta del alma del que estoy amando.

Violeta del Carmen Parra Sandoval, nació un 4 de octubre (en su honor, día de la música y de los músicos en Chile) de 1917 en San Carlos, Chile. Divulgadora del folclor de su agreste país al que en un inédito trabajo antropológico, antes de cumplir los 40 años ya había recorrido de punta a punta rescatando costumbres, usos, modos y formas musicales que luego retomaría en diferentes oportunidades y motivos, desde programas de radio hasta en varias de sus canciones en los que además de transmitir la vivencia nos dejó la constancia evidente de aquel país del siglo pasado, oprimido y con sus enormes desigualdades, el mismo que hoy, a medio siglo de la ausencia física de la artista, como entonces se revuelve reivindicándose en su legado revolucionario y de necesaria protesta social en demanda de la justicia oprimida, la equidad anulada y la libertad perseguida en aquel Chile como en gran parte del mundo.

Gracias a la vida que me ha dado tanto/ Me ha dado la marcha de mis pies cansados/ Con ellos anduve ciudades y charcos/ Playas y desiertos, montañas y llanos/ Y la casa tuya, tu calle y tu patio. Gracias a la vida que me ha dado tanto/ Me dio el corazón que agita su marco/ Cuando miro el fruto del cerebro humano/ Cuando miro al bueno tan lejos del malo/ Cuando miro al fondo de tus ojos claros. Gracias a la vida que me ha dado tanto/ Me ha dado la risa y me ha dado el llanto/ Así yo distingo dicha de quebranto/ Los dos materiales que forman mi canto/ Y el canto de ustedes que es mi mismo canto/ Y el canto de todos que es mi propio canto/ Gracias a la vida que me ha dado tanto.

Gracias a la vida es la canción póstuma de Violeta, la escribió y cantó con su bella voz dedicándola al hombre que la había abandonado. Violeta la compuso a los 49 años de edad en que murió (después de otras decenas de temas que dio a conocer personalmente países de Europa, donde era ampliamente conocida y en varios de Sudamérica, en los que también fue valorada no solo como cantautora sino como artista visual), según sus biógrafos, poco antes de tomar la decisión capital de su vida aquella tarde del 4 de febrero de 1967, después de lanzar su último disco. En esta parte y como a Violeta, inevitable me resulta recordar a conocidos y amigos, algunos entrañables, que también, por una causa u otra, resolvieron adelantarse, con quienes, si bien no he compartido su radical definición, la respeto. A ellas y ellos, gratitud y recuerdo por los momentos compartidos. A sus dolientes, solidaridad. Gracias a la vida.