EL ARCÓN DE HIPATIA
Por. Saraí Aguilar
Primero, en 2018, pidió el voto por López Obrador. Después de llegar al Senado, en 2020 rompió lanzas contra el obradorismo y se unió al PAN. Hoy, en la disputa por la candidatura presidencial, se lanza contra quienes la recibieron.
Así, mientras Lilly Téllez cambia de convicciones según le convenga a sus intereses, la pregunta obligada es: ¿y sus airadas declaraciones y golpeteo político en qué han beneficiado a los electores que la llevaron al escaño que hoy ocupa?
Y así, mientras un sector de la ciudadanía se emociona con sus bravatas legislativas, las dirigencias partidistas y la sociedad en general debe analizar qué valores e identidad debe de representar aquella persona que aspira a la candidatura presidencial.
En un país donde las mujeres representan un poco más de la mitad de la población, con un porcentaje de 52 por ciento (66.2 millones), y muchas de ellas viven en condiciones de vulnerabilidad, la agenda promujeres es prioritaria.
No obstante, ella misma ha desdeñado esta agenda: “Yo NO soy feminista. Soy libre, fuerte y femenina”, tuiteó en cierta ocasión. Y si bien esta frese puede resultar emocionante para varios, es increíble que quien aspira a representar a millones no comprenda que no es debilidad lo que imposibilita a muchas a ejercer sus derechos, sino la falta de oportunidades y un sistema patriarcal que las vulnera.
¿Acaso ha faltado hacer fuertes a las niñas que son entregadas en matrimonio contra su voluntad en la sierra de Guerrero? ¿Les ha faltado resistir a las miles de mujeres desaparecidas de este país?
Habla de libertad. Da gusto que ella pueda presumir de una libertad que las víctimas de trata no pueden disfrutar. Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dadas a conocer en septiembre de 2021, 21.2 millones de personas de 18 años y más fueron víctimas de trata en 2020, lo que representó una tasa de prevalencia delictiva de 23 mil 520 víctimas por cada 100 mil 000 habitantes. Y cabe destacar que en México la trata tiene rostro de mujer.
Busca gobernar un país donde el ser mujer es un riesgo de vida. Debería de echar un vistazo a la película Noche de fuego, donde se narra cómo en los poblados dominados por el narco, las madres ocultan la feminidad de sus hijas, tratando de evitar que les sean arrebatadas por criminales. Pues si bien es una dramatización, ésta refleja mejor la sociedad mexicana que el tuit de la senadora.
Senadora por Sonora, sería interesante saber qué ha hecho por colectivos como el de las madres buscadoras que arriesgan su vida mientras ella… levanta arengas y grillas presidenciales.
¿Realmente ese es el perfil que merecemos las mujeres de México para encabezar una candidatura presidencial? La pelota está en la cancha de los partidos. Pero el poder del voto en las urnas, si somos traicionadas con candidaturas que no estén a la altura de la situación, está con nosotras.