Estados Unidos.- Los productos electrónicos, desde paneles solares hasta teléfonos inteligentes, traen enormes beneficios para la humanidad y ofrecen nuevas oportunidades para el desarrollo. También son herramientas para enfrentar los desafíos del cambio climático, ampliar la educación, brindar atención médica y facilitar el comercio.
Sin embargo, el sistema actual de producción y consumo de estos productos también representa una amenaza.
En todas las fases de la cadena de ese sistema, la extracción de materias primas, la fabricación, el transporte, la venta al por menor, el consumo y la eliminación de los electrónicos, existe una gran cantidad de recursos desperdiciados que tienen un impacto negativo en el planeta y nuestra salud.
Según un reciente informe conjunto de varias agencias de la ONU, cada año se producen aproximadamente 50 millones de toneladas de residuos electrónicos y eléctricos, los llamados “desechos electrónicos”, que equivalen al peso de todos los aviones comerciales jamás construidos, de los cuales solo se recicla correctamente el 20 por ciento.
Si no se toman medidas, la cantidad de residuos se duplicará con creces para 2050, llegando a 120 millones de toneladas anuales.
Ante este panorama, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha emitido una alerta y pedido acción urgente para una mejor gestión de este “flujo tóxico”, para convertirlo en una fuente valiosa de trabajo decente, y crear un futuro mejor para todos.
Hay 100 veces más oro en una tonelada de teléfonos inteligentes que en una tonelada de mineral de oro.
Las consecuencias para el medio ambiente de la basura electrónica
Los desechos electrónicos constituyen una pequeña pero creciente proporción de los 2010 millones de toneladas métricas de desechos sólidos que se generan cada año en todo el mundo.
Sin embargo, a diferencia del vidrio, el papel, la madera y otros materiales, los productos eléctricos y electrónicos usados contienen sustancias peligrosas además de materiales valiosos, por lo que requieren un tratamiento especial.
Pocos países tienen una forma uniforme de medir estos desechos que provienen de hogares, empresas y gobiernos, y que pueden contener metales preciosos como el oro, el cobre y el níquel, así como materiales raros de valor estratégico como el indio y el paladio.
Pero el reto es bastante difícil, ya que un solo producto puede estar hecho de más de mil sustancias diferentes. Y aunque los desechos electrónicos solo representan el por ciento de la basura sólida mundial, también pueden significar hasta el 70 por ciento de los residuos peligrosos que acaban en vertederos.
Hay que tener en cuenta que los desechos electrónicos del presente no son solo aquellos que utilizamos actualmente, todavía hay muchos productos del pasado que no han sido procesados.
“Hay un rastro de desechos electrónicos generados a partir de tecnología antigua que debe abordarse”, afirman expertos de la ONU.
Estos desechos contaminan las fuentes de agua y las cadenas de suministro de alimentos, incluso como parte de los intentos de “reciclaje” informal en algunos países en desarrollo, donde se quema el plástico que contienen para recuperar los metales valiosos.
Además, se calcula que para 2040, las emisiones de carbono provenientes de la producción y el uso de aparatos electrónicos representará el 14 por ciento de las emisiones totales. Esto es la mitad del sector de transporte hoy en día.
El problema del sistema de consumo
Al igual que la moda, los electrónicos cambian de estilo rápidamente y muchas veces los ingresos de las compañías que los producen dependen de vender los más “nuevos y avanzados” y a precios cada vez más asequibles.
Así como la ropa que utilizamos, eventualmente todos los teléfonos inteligentes, tabletas, cámaras y electrodomésticos se convertirán en desperdicio, y si tenemos en cuenta que la industria de consumo de electrónicos aumenta en una tasa del 6 por ciento anualmente, la demanda global continúa aumentando, mientras los sistemas de reciclaje se quedan atrás.
En la Unión Europea, líder mundial en reciclaje de residuos electrónicos, se reporta solo el 35 por ciento de ellos como adecuadamente recolectado y reciclado, mientras que, en el resto del planeta, el promedio es de un 20 por ciento. El 80 por ciento restante no se reporta, y la mayoría termina enterrado bajo el suelo.
Cabe destacar que los residuos electrónicos no son biodegradables y a la falta de reciclaje adecuado se le suma que cada vez los dispositivos son más pequeños y complejos, haciendo de la recuperación de sus materiales un proceso costoso.
También existe confusión y desinformación entre los consumidores en términos de cómo se deben manejar estos desechos. En muchos casos se tiran a la basura “normal” materiales que deberían ser separados tales como las baterías, las bombillas, los teléfonos inteligentes, los cables y las computadoras. BP