Los podcast

Para saciar mi sed 
Por: Ivonne BARAJAS

Mi lista –tan escueta que no debería llamarla así– está integrada por dos: Despertar Quantum y DianaUribe.fm.

Uno –enfocado en temas de epigenética, física cuántica, bio-reprogramación, el estudio del árbol genealógico, neurociencia y psicología evolutiva– se ha vuelto tan necesario como el café de las mañanas. “Hola hola, corazones…”; es Tania, una voz que ha entrado a la sala, al comedor y “hasta la cocina” de mi hogar. Literal, sí, mientras sirvo café o pongo a freír un huevo; pero sobretodo en el sentido más metafórico.

He aceptado la invitación a algunos ejercicios y rituales sugeridos desde el podcast; de estas hazañas he vuelto con joyas envueltas en lodo, ¡Uy, pequeñísimas aproximaciones a la inmensa historia que nos precede!, desde el accidente mortal de los parientes que volvían de la playa El Paraíso, a la larga lista de abortos espontáneos que sufrió mi abuela M, pasando por la honda tendencia a la enfermedad mental que acompaña al linaje paterno.

Un día, envalentonada, quise conocer la historia de mi concepción –explorar el estado emocional de mi mamá mientras me llevaba en su vientre, el llamado proyecto sentido gestacional—; y no puedo describir lo vigente de esa información; me di cuenta de que mis maneras, lo que soy y hasta lo que rechazo ser, viene diseñado desde allá. Varios días aturdida, y de a poco más sosegada abrazando aquello que se iluminó.

Y no hay fin. En lugar de buscar la sensación de sentirme más cerca, –¿de qué?, ¿de la ingenua idea de resolver y acomodar todo (y a todos) para poder estar en paz, poder ser feliz, para empezar a vivir?, acepto esta verdad simple: no hay fin. Puedo estar bien con lo que se me ha concedido observar, el dolor antiguo y contemporáneo guardado debajo de la alfombra. Todo este caos también es orden.

Mientras que Tania Ramón es la amiga/maestra con la que me encuentro un ratito al día, Diana es aquella que hace viajes larguísimos y que cada tanto manda una postal sonora desde donde se encuentre; te envuelve en su oralidad y la riqueza de su bagaje; habla igual de historia, geografía, política, economía, arte y cultura; los temas más complejos los vuelve accesibles.

Recientemente, escuchando la serie “Los Universos del arte latinoamericano”, en la que Diana Uribe habló de “los papasitos” y “las mamasitas” fundamentales para la pintura y la escritura en esta parte del mundo –Jorge Amado, Frida Kahlo, Gabriel García Márquez, Clarice Lispector, Juan Rulfo, Pablo Neruda, Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Remedios Varo, Juan Carlos Onetti, Rómulo Gallegos y Gabriela Mistral—experimenté algo curioso: mientras la oía me sentía elevada, creativa, vigorosa, adentrada en los paisajes que va construyendo a través de la narración…pero cuando calló, de golpe me sentí débil, extraviada. Una rara sensación de dependencia a su voz, y a la luminosidad que parece tener el mundo cuando ella lo cuenta.

Esa es la gran cualidad de esta parcera: te toma y te lleva a viajes cargados de significado, pero de pronto te devuelve a casa, y uno no puede evitar entristecerse cuando ese viaje termina. He de quedarme sola, en silencio, con ese vacío que aparece cuando las experiencias intensas ya han transcurrido.

Es un placer escuchar a Diana, y una desdicha la despedida por muy dulce que parezca: “Para ustedes feliz día, cualquier día que ese sea”.