APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI
La maravillosa temporada electoral ha llegado -en lo legal no pero en la realidad sí-.
Llegó el momento para los políticos de mi país donde salen a las calles con sus sonrisas radiantes y sus discursos convincentes, y lo sé, todo terminará en un espectáculo digno de un circo con multipista.
¡Oh, cómo amamos ver a nuestros políticos prometiendo el cielo y la tierra en busca de nuestro voto!
Estos maestros de la retórica política han perfeccionado el arte de hacer promesas tan atractivas que bien pueden emocionar hasta los cactus del desierto. Prometen resolver todos los problemas en un abrir y cerrar de ojos: acabar con la corrupción, reducir la pobreza, crear empleos como si fueran churros en una feria y, por supuesto, lograr la paz social. ¡Benditos sean todos!
Los políticos mexicanos, son una clase de expertos en el arte del disfraz.
Como camaleones políticos, son capaces de cambiar de colores ideológicos más rápido que un semáforo en hora pico. No importa si fueron de izquierda o derecha ayer, hoy son capaces de abrazar cualquier ideología con tal de asegurarse de un cargo y unos votos.
Y hablemos de las promesas. ¡Oh, las promesas! ¿Quién necesita realidades cuando podemos vivir en un mundo de fantasía? Los políticos son maestros en el arte de crear sueños efímeros. Prometen de todo -al final prometer no empobrece-, pero a la hora de la verdad, el cielo se convierte en nubes de tormenta y la tierra se desvanece como un espejismo en el desierto.
Pero no todo es malabarismo verbal. También son expertos en la seducción social, nuestros políticos son auténticos conquistadores electorales. Agitan manos, bailan, cantan, se ensucian los zapatos, besan bebés y abrazan abuelitas, todo en nombre del voto.
No importa si al día siguiente se olvidan de tu nombre, en ese momento te hacen sentir como el ciudadano más importante y son capaces de asegurar que por ti le pondrán su pecho a las balas.
Y cómo olvidar los debates políticos. Esos duelos verbales donde los políticos se convierten en auténticos gladiadores de la retórica. Saltan, esquivan y lanzan golpes bajos con la elegancia de un torero y la agilidad de un gimnasta. No importa si no se resuelve nada, lo importante es no quedarse callado.
Si les creyéramos, cada vez que un político mexicano promete algo, un unicornio nacería en algún rincón del país. Nos llenan de esperanza con sus palabras convincentes, pero después de la elección, la realidad se despliega ante nosotros como un castillo de naipes que se derrumba.
Es asombroso cómo estos hábiles políticos logran olvidar todas sus promesas una vez que están en el poder. Parece que las promesas electorales son como sueños mágicos que se desvanecen en el aire una vez que han obtenido lo que querían. «Oh, lo siento, yo nunca prometí eso, yo nunca dije que iba a solucionar aquello, fue sacado de contexto», son algunas de las excusas favorita de estos campeones de la amnesia selectiva.
Y no olvidemos las frases cliché que utilizan para conquistar nuestros corazones y mentes. «¡Vamos a reformar México!», proclaman con entusiasmo desbordante. Pero, ¿qué significa realmente eso? Nadie lo sabe con certeza, pero suena grandioso, ¿no?.
Además, hay que destacar el increíble talento de los políticos para evadir preguntas incómodas. Si alguna vez te encuentras con uno de ellos en una entrevista, podrías jurar que se están entrenando para competir en el juego de «esquiva la pregunta». Responden con rodeos, desvían la atención y hacen lo imposible para lograr que te olvides por completo de lo que estabas preguntando. Es todo un arte, ¡una verdadera danza política o un verdadero acto de escapismo!
Los políticos mexicanos merecen un lugar destacado en el Salón de la Fama de las Promesas Incumplidas. Con su encanto y sus habilidades oratorias, nos hacen creer que un futuro brillante está a la vuelta de la esquina. Sin embargo, es prudente tomar sus palabras con un grano de sal y mantener los ojos bien abiertos. Después de todo, la historia nos ha enseñado que las promesas vacías son tan comunes en nuestra política como los mariachis en las fiestas patrias o las caguamas después del partido de futbol.
Así que, por ahora, disfrutemos del espectáculo que acaba de comenzar, ríanse un poco y, sobre todo, no olviden ejercer su voto con sabiduría llegada la hora.
Finalmente quién sabe, tal vez algún día seamos testigos de un político que cumpla todas sus promesas. Pero mientras tanto, siempre nos quedará el entretenimiento de sus ingeniosos espectáculos de bondad, altruismo y sus giros retóricos.