Los políticos mexicanos y su ‘sordera testicular’

APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI

Hoy me siento completamente iluminado.

Hace muchos años que me dedico al periodismo, me encanta mi profesión, la elegiría nuevamente si volviera a nacer. Entre otras cosas, -gracias al periodismo-, he aprendido a observar los detalles, ahí está el meollo del asunto en todo, en los detalles.

Me gusta observar y anotar todo. No importa si es un hecho delictivo, desastre, declaración, entrevista, rueda de prensa, discusión, saludos, rostros, miradas, formas de sentarse y hasta el tono en que un político habla y mueve sus manos.

¿Por qué?, pues porque no hay otra manera de poder contar una historia y prever lo que se viene. Es como si ahora tuviera el poder de predecir lo que va a suceder con determinada clase política o políticos en particular y me encanta.

Sin embargo -y a propósito de un gobernador del norte de mi país que quiso ser candidato a presidente – hoy quiero hablar de una enfermedad que aqueja a los políticos de mi país, especialmente a los hombres. Aunque comienzo a observar y creer que las mujeres ya se están contagiando. De entrada se me viene a la mente los nombres de Indira y Griselda.

Quizás dentro de algunos lustros alguien pueda llegar probar mi incipiente teoría. Y es acerca de un padecimiento que he detectado basado únicamente en la observación y que hasta ahora nadie podía explicarlo.

Ésta, bien podría ser la noticia del siglo – jajaja -. Finalmente me he animado a hablar de una dolencia que aqueja a miles de políticos en México y tal vez en todo el mundo: ¡la sordera testicular!

Es una dolencia muy peculiar. Puede que te estés preguntando: «¿qué demonios es la sordera testicular?» Permíteme iluminarte, querido lector. La sordera testicular es un trastorno auditivo que afecta exclusivamente a los políticos hombres.

La característica principal de esta enfermedad es que quienes la padecen, pueden escuchar a la perfección y entender todo lo que se les dice, pero, por alguna razón misteriosa, sus testículos ejercen una influencia sobrenatural en sus cerebros y los hacen completamente sordos a las súplicas, consejos y sugerencias de quienes los rodean – digamos sus gobernados-.

Debo reconocer que todo el día he intentado recordar si en algún momento de mi vida también la he padecido y sí, he recordado no una sino varias veces que la padecí, -pero hoy no es momento de hablar de mi-.

Obvio esta enfermedad – como todas – tiene sus severas consecuencias – en este caso para la población -, lamentablemente, la cura no es definitiva pero puede que con el paso de los años y uno que otro sufrimiento, aminore y sea cada vez menos contagiosa.

Es un fenómeno realmente sorprendente. No importa cuán convincente, razonable o importante sea lo que le estás diciendo a uno de estos políticos afectados por ¡la sordera testicular!, estos hombres simplemente no pueden escucharlo.

Sus testículos actúan como una especie de filtro auditivo altamente efectivo que bloquea cualquier sonido que no sea el murmullo constante de su propia voz interior que les dice que «lo saben todo» y que «tienen todo bajo control».

Los políticos hombres con ¡la sordera testicular! tienen la habilidad única de estar completamente conscientes de lo que está sucediendo a su alrededor y, al mismo tiempo, ser totalmente ajenos a ello. Es como si tuvieran un súper poder que les permite ignorar por completo sin importar cuánto se esfuercen para hacerlos entrar en razón.

Espero que en algún momento, esta enfermedad sea bautizada y reconocida por la comunidad médica. Pero mientras los científicos pueden investigar la causa y la cura de la ¡la sordera testicular!, nosotros los periodistas y el resto de ciudadanos, seguiremos como un daño colateral de esta enfermedad que padecen nuestros políticos.