Los ritos crean vínculos

Dislates 
Por: Salvador Silva Padilla 
I
El Padre  Xaviercito (SJ) fue uno de mis mejores maestros. Era un hombre muy culto, muy inteligente, pero,  incluso, sobresalía aún más  por su bonhomía, por su modestia y, por siempre, siempre, siempre,  repetir las frases.
Sobre esta característica, en la universidad circulaba un chiste -muy malo por cierto, pero que muestra claramente lo que quiero decir-: «¿Sabes que el Padre Xaviercito fue a la cafetería, pidió ‘dos cafés, dos cafés’ y le dieron cuatro?.(Si bien advertí  que el chiste era malo, creo que debí de haber enfatizado de que aún era peor), Pero resulta muy ilustrativo.
Del Padre Xaviercito circulaban no pocas leyendas, una de las más extendidas es la que reseña el también sacerdote Jesuita: J. Jesús Gómez Fregoso. El Padre Xaviercito  era “famosísimo porque, cuando algún alumno se ofrecía para darle ‘aventón’, se hacía el disimulado; pero en cuanto una alumna guapa se lo ofreciera, luego luego aceptaba; aunque sólo de la puerta del ITESO a Plaza del Sol; de ahí se iba a pie a su casa ‘porque tengo que caminar, tengo que caminar’ […] [Una vez] lo asaltaron dos pelafustanes. Xavier tuvo la entereza de encararlos; sacó su monedero y extrajo una moneda de a peso: ‘Para mi camión, para mi camión’. Luego vació en su mano izquierda todo el resto de monedas y billetes, que repartió equitativamente a sus dos asaltantes: ‘Tengan, tengan: váyanse pronto, váyanse pronto porque, si no, voy a llamar a los gendarmes, a los gendarmes’”.
Yo me sabía esa leyenda con un final alternativo, que agarró el dinero y lo repartió lo más equitativo posible, pero al no poder dar la misma cantidad a los dos, les aconsejó «No se vayan a pelear, no se vayan a pelear, y mucho menos por dinero, eso es muy feo, es muy feo. Y tengan cuidado porque puede pasar la policía, puede pasar la policía.»
II
En mis tiempos de estudiante, uno podía fumar donde quiera: en hospitales, salones de clase, aviones, el cine, en restaurantes, en los estadios… y debo confesar que yo lo hacía de manera febril. Es clásica la definición de un segundo: «el tiempo que transcurre entre que el semáforo se pone en verde y el idiota de atrás te pita»; bueno, un amigo, de quien por pudor no diré su nombre (Alejandro Romo) definió al microsegundo como el tiempo que transcurre entre que Chava te saluda y te pide un cigarro».
Cuando estudiante uno tiene gaznate aventurero, bebíamos y fumábamos  lo que se nos pasara por enfrente sin distinción alguna. Lo  mismo Marlboro, Raleigh, Fiesta, Commander, Baronet, Del Prado, Delicados -con o sin filtro- y Carmencita (unos cigarros deliciosos que llevaba Héctor Alejandro Sánchez, pues su familia los fabricaba), entre un muy variado  etcétera, pero cuando se acababa nuestra dotación, como último recurso acudíamos  al cubículo del Padre Xaviercito. Éste  siempre nos recibía con la sonrisa a flor de labios y nos ofrecía cigarros que su hermano, un diplomático de carrera, le obsequiaba. Y siempre, siempre, con la frase: «Como decía El Principito, como decía El Principito: ‘Los ritos crean vínculos, los ritos crean vínculos’ «
A pesar de que la frase se me quedó grabada, no comprendí el pleno sentido de la misma sino muchos años después.  Empezando con las reuniones de «El Cabildo», que eran presididas  por Guadalupe López León  y siempre las celebrábamos en casa de Angélica y Pancho.
O con esta otra historia. Los sábados solíamos ir a visitar a Doña Chana, la mamá de Sandy (cosa que yo aprovechaba para degustar los deliciosos platillos que  Doña Chana, o su mamá, Doña Mago, cocinaban). Y siempre se repetía el mismo ritual. Tardanza llegaba con Doña Chana y le preguntaba: «Abue, buenos días,  ¿cómo está?»  Y siempre, siempre, Doña Chana respondía… «!!Muy bien!!!  -y después de una pausa de tres o cuatro segundos sentenciaba: !Sí!, ¡muy bien….con tus pinches visitas! Tardanza se ponía toda roja y corría a abrazar a su abuelita.
Por mi parte, intento continuar con este ritual -tradición, y ahora,  cuando algún amigo me comenta: Buenos días Mentor(*),  ¿cómo está? Suelo responder…»!!Muy Bien!!….. con tus pinches visitas dijera Doña Chana».

(*) De mis diversos alias, hay uno que no había señalado: en el bajo mundo de la Comunicación Zoocial (sic) se me conoce con el mote de «El Mentor», todo esto por obra y desgracia de un «amigo» de quien omitiré su nombre:(Juan  Carlos Estrada).