El Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) se une al llamado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para poner más atención sobre la hipertensión y exhorta a toda la población y a las organizaciones de gobierno, privadas y de la sociedad civil a reconocer que este padecimiento es un problema grave de salud pública, que es prevenible y debe abordarse con enfoque de género a través de programas de salud diseñados e implementados en función de las necesidades particulares de mujeres y hombres.
A menudo, la salud de las mujeres ha sido sinónimo de reproducción y se han pasado por alto las enfermedades crónicas prevenibles, entre las cuales se encuentra la hipertensión. Además del limitado acceso a la información y los recursos que muchas mujeres y niñas padecen, la falta de autocuidado por cumplir con el rol social de cuidar a la familia las expone a situaciones de vulnerabilidad y desigualdad.
Datos de la Encuesta Nacional de Salud Pública 2012 señalan que la prevalencia de hipertensión arterial se ha mantenido constante en los últimos seis años tanto en hombres (32.4 en 2006 frente a 33.3 por ciento en 2012) como en mujeres (31.1 en 2006 por 30.8 por ciento en 2012).
Los cambios demográficos en México han generado el aumento de población y de esperanza de vida de las personas, lo que se ha traducido en la aparición de enfermedades crónicas degenerativas, particularmente cardiovasculares. De ellas, la hipertensión arterial es una de las más relevantes pues, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, ocupa el tercer lugar entre las 20 principales causas de enfermedades no transmisibles en el país.
La presión arterial no controlada aumenta el riesgo de tener otras complicaciones como infarto del miocardio, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia renal, además de causar ceguera e insuficiencia cardiaca. Es un padecimiento silencioso y numerosas veces no presenta síntomas, por lo que mucha gente desconoce su enfermedad.
El motivo más frecuente de hospitalización tanto entre hombres como entre mujeres es el tratamiento no quirúrgico de enfermedades –como diabetes, infarto, crisis hipertensiva, etc.), que representa 31.5 por ciento del total: 40.3 por ciento para el caso de los hombres y 27 por ciento para las mujeres.
La hipertensión se vincula con otras afecciones ligadas a estilos de vida y comportamientos poco saludables, como sedentarismo, estrés, sobrepeso, obesidad y consumo de tabaco y alcohol, o que dependen de comportamientos específicos por sexo que son resultado de una construcción cultural. Por ejemplo, como socialmente se espera que los hombres sean fuertes y arriesgados, no tienen la disciplina para tomar medidas preventivas, acercarse a los servicios médicos y cuidar su salud.
El 1.8 por ciento de los adolescentes de entre 13 y 15 años presentó diagnóstico de hipertensión arterial. Este mal es mayor entre mujeres (2.5 por ciento) que en los hombres (1.2 por ciento). Entre las mujeres de 16 a 19 años alcanza cuatro por ciento, en tanto que para los hombres, en el mismo rango de edad, llega a 2.2 por ciento.
El porcentaje de población (de 20 años y más) que recibió atención médica en los servicios preventivos por hipertensión en los últimos 12 meses es de 28.4 por ciento: 30.6 por ciento de los hombres y 26.2 por ciento de las mujeres.
En relación con las tasas de defunciones por padecimiento, la Secretaría de Salud reporta que en el periodo 1998-2010, las enfermedades hipertensivas, las cardiopulmonares y la fiebre reumática han mostrado una mayor tasa de mortalidad en las mujeres, además de que durante el embarazo pueden presentarse problemas de presión arterial (preclamsia-eclampsia), convirtiéndose en la principal causa de muerte materna en el país.
Para mejorar la salud y la calidad de vida de las y los mexicanos es necesario promover información sobre las causas y consecuencias de la hipertensión, modificar hábitos alimenticios y adquirir una dieta balanceada baja en sal, controlar periódicamente la presión arterial, mantener un peso equilibrado, evitar el consumo de alcohol, tabaco y drogas, mejorar la atención en los centros de salud para el asesoramiento y chequeo de la presión, así como crear entornos que favorezcan la actividad física y los estilos de vida saludables. BP
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