Más papás abandonan la oficina para estar en casa con sus hijos

Dividir el tiempo entre la casa y el trabajo, algo tradicionalmente reservado para las mujeres, se está dando cada vez más entre los padres, quienes dejan de ir todos los días a la oficina para estar en la trinchera familiar con sus hijos.

Sin embargo, hay límites para la división, dada la creciente liga de padres que se quedan en casa al menos a tiempo parcial, pero ¿los caminos de los papás que trabajan y los que se quedan en casa se entrelazan lo suficiente para no preocuparse tanto como las mujeres? ¿Cómo son percibidos exactamente, no por los investigadores o periodistas, sino entre ellos mismos?

«Ser un papá que se queda en casa requiere mucha conciencia de quién eres», dijo Paxton Helms, de 41 años y residente de Washington DC.

Hace cuatro años se convirtió en uno de ellos cuando su hija tenía tres meses de nacida. Llegó otro hijo y ahora acepta contratos a tiempo parcial como consultor de desarrollo internacional, con horas flexibles. Su esposa también trabaja medio tiempo.

«Lo más extraño que me ha sucedido fue subirme al Metro con mis dos hijos y los hombres me preguntaban ‘¿dónde está la mamá?’ Ni siquiera imagino por qué alguien me podría preguntar eso, ni siquiera respondí», relata.

DESPIDOS Y LAS ESPOSAS SOSPECHOSAS

Otros papás que se quedan en casa se preocupan de los celos de sus colegas varones o la sospecha de que no trabajan. Y los padres en ambas partes de la división reportan el ocasional trato frío.

«Parece que tratan de evitarme o no quieren hablar sobre qué opinan de la vida», dijo Donald DeLong, de 55 años, de Bloomfield Township, Michigan, padre de uno y abogado que reconoce «tener una enraizada necesidad de trabajar y ganarse el sustento».

«Cuando hablo con ellos, los temas son de hombres: deportes, autos. Después de todo seguimos siendo varones. No hablamos sobre cosas sentimentales».

Otros papás que se quedan en casas, aquellos que lo hicieron por elección o porque se quedaron sin empleo, lo consideran más una incomodidad entre papás que una división en serio.

Martin Weckerlein, de 33 años, es uno de ellos. El simplemente no tiene el tiempo para preocuparse. Fue comandante del ejército alemán, luego trabajó en un banco seis años antes de renunciar y quedarse en casa con sus tres hijos de ocho, tres años y nueve meses. La familia vive en los suburbios de Washington DC y su esposa trabaja para el gobierno.

«Cuando estoy con otros papás de mi edad, ya sea que trabajen en oficina o estén en casa, tienden a aceptar muy bien e incluso son curiosos sobre los empleos que nos permiten quedarme en casa, lo que hago en el día con los niños y opinan que debe ser bueno tener todo ese tiempo», dijo.

«Cuando hablo con hombres que no tienen hijos o que son mayores, sus preguntas por lo normal se enfocan en mis objetivos profesionales cuando ya no esté en casa con mis hijos. Parecen asumir que esto sólo es algo temporal, una pausa en mi carrera durante algunos años y no que es una inversión para nuestra familia», explica Weckerlein.

LOS ESTEREOTIPOS

En efecto, el Señor Mamá aparece en la más reciente iteración en la forma de Chris Rock y su bobalicona banda de papás con hijos apretujados contra sus pectorales en la película «What to Expect When You’re Expecting» (¿Qué esperar cuando estás esperando?).

Han pasado casi 30 años desde que Michael Keaton fuera ese muchacho en la pantalla, incendiando la cocina y haciendo pasar un mal rato a sus hijos en «Mr. Mom» (Señor Mamá), pero el persistente apodo se siente más como algo viejo para Weckerlein y otros papás de casa.

«Odio esa frase, Señor Mamá. No me imagino a mi esposa llegando a la oficina y diciendo ‘hola a todos, llegó Señora Papá»’, dijo Dan Zevin, un humorista, padre de familia, con dos hijos y autor del libro «Dan Gets a Minivan: Life at the Intersection of Dude and Dad».

Nolan Kido, de 32 años, no es un estereotipo. El es el papá que se queda en casa exhausto con una hija de 11 años mientras su esposa concluye su educación dental. Postergó el empleo con su doctorado en contabilidad después de hacer cuentas en la época de la recesión: su capacidad salarial contra la de su esposa ante la perspectiva de pagar más de 360.000 dólares en créditos estudiantiles.

«Al comienzo estaban un poco extrañados cuando platicábamos sobre los temas comunes, pero ahora tengo más la impresión de que en realidad son celos», dijo sobre sus amigos varones que trabajan en oficina. «No es que sean comentarios malintencionados, sino del tipo de ‘Me gustaría quedarme en casa’ o ‘Me gustaría ir a ese parque»’.

El número de papás de casa que son los principales responsables de sus hijos alcanzó casi 2 millones en 2010, es decir uno de cada 15 padres, de acuerdo con un estimado. Al Watts, presidente de la Red Nacional de Papás en Casa, cree que una cifra más precisa sería de unos 7 millones, utilizando definiciones más amplias que incluyen los varones que trabajan medio tiempo. Esa cifra es una tercera parte de los padres casados en Estados Unidos.

La mayoría, dice, quieren estar ahí, en contraste con el que nunca lo pensó hasta que el hacha cayó sobre sus carreras. Y más frecuentemente que las mujeres, ganan un poco más al mismo tiempo, agrega.

¿PODRÍAN HACERLO?

Watts ha estado en casa con sus hijos durante una década, desde que el mayor de los cuatro era un bebé. Lo ve como un cambio sutil de actitudes que emanan de los papás que trabajan.

«Hace ocho años, cuando uno de los clientes de mi esposa supo que yo me quedaba en casa le dijo que a él le encantaría hacer lo mismo. Me di cuenta de que lo que realmente pensaba él era en pasar el rato en casa, con juegos de video y viendo televisión y ya no tener que ir a trabajar», dijo Watts.

«Ahora cuando tengo esas conversaciones, por lo general me dicen que les gustaría hacer lo mismo, pero se dan cuenta de que tengo cuatro hijos y entonces reconocen que no podrían con esa parte».

Las expresiones de sorpresa, pausas por embarazo y la necesidad de ocultar sus intereses reales —ir de compras, ser asistente de tráfico escolar, lavar la ropa— algunas veces es tedioso para Trey Parker, de 32 años y residente de Atlanta.

Con una esposa que trabaja tiempo completo y dos hijos a su cargo —uno de dos años y otro de nueve meses— un viaje a Costco tiene más atractivo que un partido o una junta de ventas.

«Es un poco difícil hablar con hombres de oficina», dijo Parker. «En las fiestas de Navidad y cosas como esa, no hay absolutamente nada en común con ellos. Hablan de deportes, ventas y otras cosas de la oficina y no puedes opinar nada sobre eso. Naturalmente te ves más atraído hacia las mujeres porque ellas están hablando de los niños y la familia».

Marty Guise, de 41 años, dice que es común que cuando un hombre dice que se queda en casa usualmente los justifica diciendo cosas como «porque perdí mi empleo». «Percibo eso como estar a la defensiva por quedarse en casa. Bien o mal a los hombres les gusta ser los proveedores».

Agrega que «es devaluar a hombres o mujeres decir que quedarse en el hogar es menos importante estar 40 horas o más en la oficina».

¿QUÉ SE SIENTE CAMBIAR TODOS ESOS PAÑALES?

¿Extrañas tener un empleo real?

Tony Reynolds, de 47 años, de Columbus, Ohio, ha estado en casa desde hace 11 y desde entonces ha escuchado de todo desde que dejó su empleo en una gran compañía aseguradora para cuidar a los dos hijos de su segundo matrimonio.

«Los otros papás hacen comentarios sarcásticos o algunas veces hacen preguntas bizarras. Yo digo que es un trabajo real y apuesto a que ellos no podrían hacerlo».

Recuerda que un papá le solía decir que ojalá su esposa ganara mucho dinero para que él pudiese quedarse en casa. «Luego perdió su empleo y comenzó a cuidar a sus hijos; ahora piensa que es mucho trabajo», agregó.

«Otro solía conducir un Mercedes. Ahora es el asistente de tráfico escolar. Yo le conseguí el empleo». {jathumbnail off}

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