México surrealista

APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI

Hace tiempo que en mis reuniones de martes por la noche, -además de hablar de todo y nada, reírnos y beber cerveza-, el término ‘México surrealista’ se convierte un tema de conversación sorprendente y extenso.

La política mexicana se asemeja a un cuadro surrealista, donde la imaginación no tiene límites y la realidad se convierte en una serie de espejismos y mitos.

A lo largo de su historia, México ha experimentado invasiones, pérdida de territorio y un complejo tejido de relaciones políticas. Esto ha dejado huellas indelebles en la psique de los mexicanos, creando un subconsciente colectivo lleno de rebeldía frustrada y un profundo temor a la inseguridad.

La forma de comportarse y pensar del mexicano está influenciada por su historia tumultuosa, llena de atajos y celadas que han dejado cicatrices en la identidad nacional.

Esto se traduce en un comportamiento errático y a menudo contradictorio, que puede parecer surrealista para los observadores externos. El lenguaje mexicano es una mezcla de símbolos y modismos que reflejan esta compleja identidad y las máscaras que a menudo utilizamos para protegernos en un mundo agresivo y complejo.

La noción de que México siempre está en construcción desde hace más de 200 años, pero rara vez termina lo que empieza, es un reflejo de la ilusión y esperanza persistentes de seguir adelante a pesar de los obstáculos. Ya sea en comunidades rurales, pueblos o colonias populares, o ciudades grandes, la presencia de construcciones inacabadas y varillas listas para continuar simboliza una determinación surrealista de no darse por vencido.

La política en México es un ejercicio en el surrealismo puro. Gobiernos con diferentes ideologías a menudo cambian de rumbo y políticas, sin encontrar culpables para la corrupción y la impunidad.

La falta de continuidad y la falta de aplicación de la ley son rasgos notables de esta realidad política. El país avanza en algunos aspectos mientras retrocede en otros, unos tiran para un lado y otros buscan destruir y cambiar lo que iniciaron los de enfrente, hasta ahora no hay una lógica de dejar lo que sea coherentemente valioso -aunque no lo haya propuesto o iniciado yo- y continuar en el sentido que las evidencias marcan como un avance.

México, un país en constante construcción, necesita mirarse en el espejo del surrealismo político y social que lo rodea. Urge encontrar una identidad nacional sólida y superar los demonios del pasado para construir un futuro más estable y coherente. El surrealismo político de México, en todo su esplendor, desafía la lógica y deja a André Breton y al mundo entero fascinados. Es hora de que México explore su identidad y construya un camino más claro hacia adelante en medio de esta surrealista realidad política.

A lo largo de nuestra historia ‘reciente’ podríamos mencionar ejemplos ilustran cómo la política y la sociedad en México a menudo se desarrollan de manera sorprendente y desconcertante, como si estuvieran inmersas en un estado de surrealismo constante, desafiando la lógica y generando una sensación de inestabilidad y confusión entre la población.

Para iniciar este listado podríamos hacerlo cuestionando ¿cómo es que muchos de los miembros más renombrados y protegidos por el nuevo régimen en México, provienen del partido más cuestionado y señalado por Morena por la realidad del país, el PRI?. Pero de la noche a la mañana por el simple hecho de haber cambiado al bando en el poder, todo su pasado se borró como por arte de magia.

La expropiación y privatización de la banca: En la década de 1980, México experimentó una expropiación de la banca como una medida de intervención estatal en la economía. Sin embargo, pocos años después, en un giro surrealista, se llevó a cabo la privatización de la mayoría de los bancos, dejando a muchos ciudadanos desconcertados sobre la dirección de las políticas económicas.

La construcción del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México: Durante décadas, se discutió y se avanzó en la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Sin embargo, en un acto surrealista, el proyecto fue cancelado y se optó por construir un nuevo aeropuerto en un lugar diferente, lo que generó un gasto enorme  en el presupuesto estatal, incertidumbre y confusión entre la población.

La lucha contra la corrupción y la impunidad: A pesar de los discursos políticos que condenan la corrupción y la impunidad en México, a menudo se observa una falta de acción efectiva para llevar a los culpables ante la justicia. Este contraste entre palabras y acciones crea un ambiente surrealista de desconfianza en las instituciones.

Cambios de partido y políticas: México ha experimentado alternancias de partidos en el poder a nivel federal, lo que a menudo se asocia con cambios significativos en las políticas públicas. Sin embargo, estos cambios a veces resultan en la cancelación de proyectos iniciados por gobiernos anteriores, creando una sensación de desconcierto y falta de continuidad.

Relaciones diplomáticas cambiantes: La política exterior de México a veces presenta giros surrealistas, como la condena de la invasión de Rusia en Ucrania seguida de la instalación de la Comisión de la Amistad con Rusia en el Congreso. Estos movimientos pueden ser difíciles de entender para los observadores externos.

Avances y retrocesos en autonomía institucional: La autonomía de instituciones clave, como la Fiscalía General de la República y los órganos electorales, ha experimentado avances seguidos de retrocesos, lo que crea un ambiente político surrealista donde las reglas parecen estar en constante cambio.

 

*El surrealismo, un movimiento artístico y literario liderado por André Breton, surgió en 1924 con la intención de explorar el subconsciente a través de diversas formas de expresión artística. El surrealismo, vinculado a las ideas de Freud y al psicoanálisis, buscaba capturar las expresiones colectivas y múltiples manifestaciones humanas. Sin embargo, en el contexto político de México, el surrealismo adquiere dimensiones insospechadas y refleja una realidad política y social que a menudo desafía la lógica.