¿QUÉ VIENE? Por: Sean Osmin Hamud Ruiz
Moral, según la real academia española: Perteneciente o relativo a las acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien o el mal y en función de su vida individual y, sobre todo, colectiva.
Queriendo rescatar el concepto a partir de la definición, es entender si lo que como individuos actuamos es bueno o malo. Y aquí viene el primer transe: en función de la colectividad donde observemos o bien nos desempeñemos, y en qué tiempo, comienza lo relativo.
¿Se vale que un gobierno quiera definir los principios rectores del actuar moral de una población? Entiendo perfectamente que tengamos directrices en lo que a civismo se refiere. Por supuesto que atendiendo la teoría del Estado (Juan Jacobo Rousseau), la delegación que depositamos como sociedad en el orden y disciplina necesarios para garantizar una convivencia más o menos armónica en la figura de la Ley, es indispensable. Pero, sin importar que sea a manera de sugerencia, cuando el gobierno decide perfilar las definiciones de la bondad o maldad humanas, creo que nos acercamos a un espacio, lo menos, delicado.
Y el escenario se convierte en más confuso cuando ese mismo gobierno ha hablado de amnistía sin realmente saber a quienes. También canceló la obra más importante de infraestructura basando sus argumentos en la corrupción de la misma y hace unos días en declaración oficial nos anuncian que no encontraron elementos de esta corrupción alegada.
Es el mismo aparato que condenó la estrategia de tener al ejército en las calles pues alegaba la constante violación de los derechos humanos en el país y ahora busca incansable una figura constitucional para mantener a la tropa patrullando.
Es la burocracia que ha despedido miles de empleados sin justificación, dejando a muchas familias en el desamparo, sin lo elemental para desenvolverse en una sociedad como la nuestra.
El mismo personaje que durante años criticó duramente a la “dictadura perfecta” y hoy vuelve la mirada hacia otro lado que no apunte hacia Venezuela.
De congruencia no discutiré.
De pertinencia sobre el necesario rescate de los valores no voy a polemizar.
De querer conseguir esto último por medio de la “Cartilla Moral”, critico lo magro que veo 18 páginas dedicadas a ello, las figuras que nos ofrecen como estandarte y la pertinencia que, con un poco de soberbia, nos ofrecen desde la elevada altura de una posición que rezaba “No voy a dar el mal ejemplo, para que así, desde la Presidencia, quede claro que no va permitirse la corrupción.