Ciudad de México.- La campaña antivacunas, difundida a través de radio, televisión y, posteriormente, redes sociales, fue una de las causas que propició el resurgimiento del sarampión en México, enfermedad que se había declarado erradicada en América en septiembre de 2016, afirmaron investigadores del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
La campaña antivacunas inició en 1998, a raíz de un artículo publicado por el investigador Andrewd Wakefield en la revista The Lancet, en el que relacionaba la aplicación de la vacuna con el autismo. Posteriormente, esta información fue desmentida y considerada fraudulenta, dijo la investigadora Marina Kasten Monges, del Departamento de Salud Pública del CUCS.
Señaló que en 2010, la revista eliminó de sus archivos esa información y el Reino Unido le canceló la licencia para ejercer la medicina al doctor Andrew, pero el daño ya estaba hecho, pues muchos padres de familia dejaron de vacunar a sus hijos en Europa y Estados Unidos.
“Hubo un aumento de la población en contra de la aplicación de vacunas y eso también favoreció un incremento en los casos de sarampión en el mundo”, destacó la investigadora.
La enfermedad está presente en Grecia, Croacia e Italia. Del último país se cree que proceden los tres casos de sarampión que se detectaron en México en marzo de este año. Hubo uno más a principios de 2018, en Baja California, pero se cree que procede de Estados Unidos, subrayó Kasten Monges.
Como consecuencia, en nuestro país hay vigilancia epidemiológica, a la cual se sumó Jalisco, aunque en el Estado no se han presentado casos, afirmó el doctor Esteban González Díaz, investigador del Departamento de Clínicas Médicas de dicho centro.
Explicó que entre los síntomas de la enfermedad se encuentran fiebre, exantema (manchas y ronchas rojas), ojos irritados, tos, manchas semejantes a puntos blancos y rojos en la garganta, cefalea y cuerpo cortado.
Las complicaciones pueden ser ceguera, sordera u ocasionar la muerte (la letalidad es de cinco de cada 100 enfermos, aunque el porcentaje puede llegar a 30 por ciento si no hay la atención adecuada y la infraestructura necesaria para ello), detalló el especialista.
La enfermedad es provocada por un virus y tiene un periodo de incubación de siete a 21 días. La vigilancia epidemiológica que hay en México podría prolongarse un año, debido a la dinámica del contagio.
Los casos sospechosos deben de ser atendidos médicamente de manera inmediata, ya que el contagio puede darse por vía aérea y por contacto con las secreciones del enfermo. Un enfermo puede contagiar a 18 personas.
“Si mantenemos niveles satisfactorios de vacunación en la población pediátrica no hay motivo de alarma. Si los niños no se enferman, es muy baja la probabilidad de que se extienda la enfermedad al resto de la población”, explicó el doctor González Díaz.
Kasten Monges recomendó a la población revisar que las cartillas de vacunación de los niños estén completas, de modo que esté registrada la vacuna de sarampión-rubeola-paperas.
“Las aplicaciones de la vacuna son al año, y el refuerzo a los seis años de edad. En caso de que hubiera un brote, se tendría que adelantar el esquema con una aplicación a los seis meses, pero volvería a aplicarse al año y a los seis años”, detalló la investigadora.
En la población adulta, la vacunación de sarampión-rubeola se está aplicando, por lo pronto, al personal de salud más susceptible de adquirir la enfermedad. Es decir, el que trabaja en las áreas de los hospitales que tienen más contacto con niños y relacionados con la pediatría; por ejemplo, servicios de urgencias, maternidades, infectología y terapia intensiva.
Se espera que lleguen al país refuerzos de vacunas de sarampión-rubeola a finales de este mes, en caso de que sea necesario aplicarla a la población adulta, informó González Díaz.