El ecologista australiano David Goodall falleció hoy luego de someterse a un suicido asistido (eutanasia) en Suiza, una decisión tomada personalmente. La ejecutó acompañado de sus familiares y del personal de la ONG Exit Internacional. El doctor Christian Weber le aplicó la inyección de Nembutal, un barbitúrico. Poco después se quedó dormido y tal como había pedido, sonó la Novena Sinfonía de Beethoven, informaron medios internacionales.
A sus 104 años, el australiano David Goodall había viajado hasta Suiza para someterse al suicidio asistido (eutanasia). No tenía ninguna enfermedad terminal y gozaba de muy buena salud; solo estaba cansado de seguir viviendo. Ahora, el científico acaba de fallecer en Suiza luego de que le fuese suminstrada la inyección letal que tanto esperaba.
“No soy feliz. Quiero morir”, declaró el científico para ABC el día de su cumpleaños a principios de abril. “No es triste. Lo triste es que me lo impidan”, declaró. Además, agregó que una persona mayor como él debería ser capaz de usar el resto de su vida como lo desee, y nadie debería interferir en ello, incluso si decide matarse.
Por esa razón, Goodall viajó acompañado recurrió a Exit desde Perth (Australia), pasando por Burdeos (Francia) para visitar algunos familiares, hacia Basilea (Suiza) en donde ya tiene una cita con una organización de asistencia al suicidio.
En muchos países del mundo, la eutanasia es ilegal. Y así lo era en toda Australia hasta que el año pasado el estado de Victoria legalizó el suicidio asistido. Sin embargo, Goodall no sería elegible dado que la ley está restringida para personas con enfermedades terminales y con una esperanza de vida menor a 6 meses. Fue por esta razón que el científico decidió acudir a Exit y finalmente cumplir con su deseo.
El profesor Goodall es investigador asociado de la Universidad de Edith Cowan de Perth (Australia). En el 2016 llegó a los titulares cuando la universidad le pidió que abandonara su puesto por su propia salud. El científico desafió la decisión y después de mucha indignación pública se le permitió regresar.
Adrian Díaz
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.