Muestra “Chicharito “ Hernández humildad ante los elogios

Con o sin cámaras fotográficas y de televisión alrededor, Javier Hernández asegura ser el mismo.

Encumbrado como la principal figura de la Selección Mexicana gracias a su futbol y anotaciones, pero también a los detalles fuera del campo, el chico del momento aclara que la singular interacción que tiene con el público es genuina, sin intenciones ocultas.

Ayer lunes cumplió el sueño de Jessica Sánchez, adolescente de 16 años que padece espina bífida, malformación que le impide tener movilidad de la cintura hacia abajo. Sus padres la llevaron a conocer a los jugadores del equipo nacional y “El Chicharito” Hernández autografió su cuaderno; también le regaló una sonrisa, como suele hacerlo con cualquiera que se le acerca para expresarle admiración. Es algo natural, espontáneo en él.

La chica derramó lágrimas de emoción, no podía creer lo que acababa de vivir, mientras el afamado goleador ingresaba sereno al hotel de concentración del Tricolor.

“Espero que no haya llorado de susto”, expresa el atacante, previo a soltar una sonora carcajada, algo muy natural en el internacional mexicano. “Estoy feliz. No lo hago para ganar imagen o para que se me vea bonito, que digan que “El Chicharito” sí hace esto… Es parte de nuestra profesión”, manifestó.

“Toda la gente viene a apoyarnos y también hay que ser agradecidos con ellos, además de con Dios. El público te alienta muchísimo y debemos brindarle un poquito de gratitud en todos los lugares a los que nos acompaña para manifestarnos su apoyo, porque Dios nos está dando bastantes cosas”, señaló.

Atesora la popularidad que tiene, aunque reitera su anhelo de que todos los mexicanos que respaldarán al equipo dirigido por José Manuel de la Torre en los estadios de la Copa Oro, definitivamente desquiten cada dólar que pagarán por sus boletos.

Le impactó el irrestricto apoyo recibido en el juego ante El Salvador del pasado domingo, lo que aumentó su compromiso con una afición que jamás pierde la fe en el conjunto verde, y que se lo demuestra en todas sus presentaciones en territorio de Estados Unidos.

“Honestamente, no soy así para que le gente me mire bien y diga cosas de mí; al contrario, hay que apoyar y atender un poquito a todas estas personas que nos vienen a ver, porque nos brindamos a ellos… Pagan un boleto y llenan el estadio, como lo hicieron en Dallas”, comparte.

Hernández basa esa peculiar humildad en los principios que recibió desde niño. Heredero de la tradición futbolera de las familias Hernández y Balcázar, el ariete del Manchester United no abandona el discurso caracterizado por ponderar sus orígenes y tratar de minimizar en todo momento las cosas positivas que realiza.

“Nunca me ha gustado hablar de mí, ni si está bien o mal. Es una forma de ser que, gracias a Dios, mi familia me ha inculcado”, explica. “Lo que más quiero en mi vida es que nunca me vaya a sentir ni más ni menos que alguien por más logros de los que se pueda hablar, dinero o muchas cosas”.

Se esmera en demostrarlo cada que tiene oportunidad, aunque es un sentimiento que emana de su corazón.

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