Ciudad de México.- Las mujeres mayores de 55 años de edad, diabéticas, hipertensas, fumadoras, que tuvieron embarazo de alto riesgo con preclampsia o diabetes gestacional, tienen mayores probabilidades de sufrir un ataque al corazón.
Cardiólogos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) indicaron que la postmenopausia, los cuadros de depresión y ataques de pánico que ocurren en esta etapa de la vida, además de los factores de riesgo tradicionales, influyen para que las mujeres sean más propensas a infartarse.
Karina Lupercio Mora, de la Jefatura de División de Educación en Salud del Hospital de Cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI recomendó a este sector de mujeres aprender a reconocer los síntomas de un infarto.
Ellos se pueden identificar como dolor ardoroso o punzante, falta de aire y sudoración, para que de inmediato acudan a Urgencias y no arriesguen su vida.
Para atenderlas, el Seguro Social cuenta con el protocolo especial Código Infarto en Urgencias de hospitales Generales Regionales, de Zona y los Centros Médicos Nacionales en todo el país, que consiste en brindar tratamientos farmacológicos de última generación y terapia intervencionista en las salas de Hemodinamia.
Las enfermedades cardiovasculares ocupan el primer lugar como causa de muerte en general, tanto a nivel nacional como en el mundo.
Con Código Infarto en el IMSS se ha reducido la mortalidad en más de 50 por ciento; mientras más rápida y oportuna es la atención, más alto es el porcentaje de sobrevivencia.
Las pacientes reciben atención de acuerdo con sus antecedentes, factores de riesgo y síntomas; resultados de electrocardiograma y exámenes de laboratorio, como las enzimas cardíacas.
También se utilizan tecnologías como la angiotomografía de arterias coronarias, para determinar si se trata de un evento isquémico.
Según el caso, se les puede brindar tratamiento trombolítico o fibrinolítico para restaurar el flujo de un vaso arterial; realizar una angioplastía primaria para abrir la arteria y colocar una pequeña malla o stent, para recuperar el flujo sanguíneo y la función cardiaca.
Después del evento cardiaco, se deja desinflamar el corazón alrededor de seis semanas, se enseña a las pacientes a realizar ejercicio progresivo hasta retomar su vida normal y productiva; además, reciben apoyo nutricional y metabólico para evitar el riesgo de un evento similar. BP