La muerte de Jonathan Ortiz, de 7 años, ocurrida el 9 de marzo de 2013, no se debió a “bullying” sino a una encefalitis viral, según informó el encargado del despacho de la Fiscalía Regional Zona Centro, Jorge Villaseñor.
La autoridad determinó que Jonathan murió por una encefalitis viral, además de que no presentaba huellas de violencia según los estudios practicados por el personal del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses.
“Como resultado del análisis de las testimoniales, el agente del Ministerio Público concluyó que no hay elementos de prueba que puedan sustentar que la cabeza del menor Jonathan Ortiz fue introducida en el retrete del sanitario”.
El Ministerio Público también ordenó que se practicara la exhumación y un estudio al cadáver, del cual se desprende que no presentó el síndrome del niño maltratado. Se informó que “los resultados de las pruebas practicadas por el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses que incluyen estudios histopatológicos y análisis PCR concluyeron que la causa del menor fue por una encefalitis viral”.
El funcionario agregó que también se realizaron estudios andrológicos y proctológicos los cuales resultaron negativos. Por lo tanto, para el Ministerio Público no hay elementos suficientes para ejercitar una acción penal en contra del menor de 12 años, identificado como “Beto”, y señalado en un principio como posible agresor.
Jorge Villaseñor señaló además que se recabaron 14 testimonios, ocho de menores de edad, entre compañeros y amigos del Jonathan, tres de familiares y tres más de maestros.
Entre tanto, “Beto” ya se encuentra con su familia en Unión de San Antonio, el lugar donde ocurrieron los hechos, y continúa recibiendo apoyo por parte de las autoridades, toda vez que él también fue víctima de agresiones por parte de su compañeros de escuela, quienes lo señalaban como responsable de la muerte de Jonathan.
“Él (Beto) manifiesta que lo vio caerse en una ocasión, lo levantó y dice que sólo se raspó el codo”, afirmó uno de los testigos.
Antecedentes
Jonathan Ortiz vivía en la delegación de Tlacuitapa, municipio de Unión de San Antonio, en Jalisco y era estudiante de la escuela primaria urbana federal Valentín Gómez Farías turno vespertino.
Presentó síntomas de depresión a causa de las agresiones, estaba callado y no quería comer, según reconoció su abuela.
Sus padres, María del San Juan Ávalos y Jonathan Ortiz, lo llevaron al área de urgencias del Hospital del IMSS T7, en Lagos de Moreno, el lunes 18 de febrero.
El médico diagnosticó un mal estomacal y le dieron un medicamento para atenderlo.
Dos días después su estado se agravó. Lo llevaron nuevamente a recibir atención médica. Le hicieron radiografías. Los médicos vieron un daño en los pulmones, por lo que se le trasladó de urgencia a Guadalajara.
En el transcurso al Centro Médico de Occidente del IMSS tuvo tres paros cardiacos y pudo ser resucitado.
En el centro de especialidades los doctores notaron que los pulmones estaban infectados de desechos del retrete. No pudieron salvarlo.
Murió el sábado 9 de marzo. El lunes fue velado en su casa de Unión de San Antonio.
María del San Juan Ávalos y Jonathan Ortiz, son trabajadores de una granja porcícola y apenas con la ayuda de algunos vecinos lograron reunir recursos para el funeral del pequeño Jonathan, que fue sepultado en el panteón local.
Presentaron una demanda contra «El Beto», el niño identificado como el agresor, sus acompañantes y las autoridades del plantel.
De acuerdo a las primeras versiones, un agente del Ministerio Público no quiso hacerse cargo del tema argumentando que no tenía huellas de violencia; sin embargo, finalmente sus familiares presentaron querella en la fiscalía de Unión de San Antonio.
La escuela primaria se ubica a siete kilómetros de la comunidad Encinillas, en Unión de Tula.
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