En el segundo día de actividades del II Simposio Internacional Comunicación y Cultura “Problemas y Desafíos de la Memoria e Historia Oral”, Jesús Galindo Cáceres dictó la conferencia “Ingeniería en Comunicación Social de la memoria, la cultura y la comunicación. El caso de la música, en particular el jazz en la Ciudad de México”.
Chucho Galindo, como la mayoría lo conoce, dijo estar contento de participar en un evento como éste, “pues era como un sueño, hace 30 años, que la Antropología y la Comunicación estuvieran relacionadas para trabajar conjuntamente sus agendas y sus herramientas. Hoy en día estamos aquí celebrando un congreso donde la agenda está fusionada”.
Destacó que su investigación se deriva de un trabajo del colectivo social Grupo de Ingeniería en Comunicación Social (Gicom), que tiene 20 líneas de trabajo y de las cuales se deriva su trabajo “Ingeniería en Comunicación Social de la memoria, la cultura y la comunicación. El caso de la música, en particular el jazz en la Ciudad de México”.
Al dar paso a la conferencia que impartió en el Auditorio Carlos de la Madrid, afirmó que la música y los olores son esenciales para nosotros los mamíferos, pues los asociamos con lugares clave y vivencias personales: “Toda nuestra vida está básicamente ordenada por pautas musicales”.
“Todo lo que nos rodea es químico, moléculas y vibraciones; todos somos una rola, somos vibraciones, todo el universo es vibración y tiene un referente sonoro”, agregó.
El ponente afirmó que la música funge como un eje articulador de la percepción de la memoria y la imaginación sociocultural; es decir, “acompaña lo cotidiano, lo amplifica o modifica. La música tiene la configuración de fijar y reconfigurar, es potentísima; una persona con Alzheimer, por ejemplo, lo último que olvida es su memoria musical”, aseveró.
Además, a la música se le agrega el baile: “La figura cognitiva más completa que tenemos, la que da más sustentabilidad y más desarrollo, es el baile; es una configuración de equilibrio y desequilibrio que mantiene sano y fuerte a quien lo practica”.
Además, recomendó que cuando una persona está cansada, es bueno cantar de modo voluntario; “cuando usted está a punto de colapsarse, el cerebro busca un canción para relajarse y bajar la tensión”, agregó.
Al referirse al caso de la música, en particular al jazz en la Ciudad de México, refirió que sucede “algo increíble, pues los bares y antros están repletos de músicos de jazz, ya que en los últimos años el gusto por ese género ha crecido debido a que se fusiona muy bien con otros estilos, cosa que no sucede con el Rock o la Salsa”.
Resaltó, por último, que de eso se trata la ingeniería social, de mostrar cómo se articula la música con todas las dinámicas sociales, y sugirió que “todos deberíamos aprender a tocar un instrumento, porque eso ayuda a retener más datos y acciones útiles en la memoria”. BP