Desde “casas seguras”, cientos de opositores al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, planean los próximos pasos para presionar por la salida del líder izquierdista luego de que sus leales, apoyados por la policía, retomaran el martes el último bastión de resistencia en el país.
Protestas esporádicas, grandes marchas y presión internacional son algunas de las opciones que barajan los principales líderes de la resistencia contra Ortega luego de tres meses de manifestaciones que han dejado unos 280 fallecidos y miles de heridos.
“Aquí no se rinde nadie”, dijo uno de los líderes del Movimiento 19 de abril, quien escapó el martes de Monimbó, un pequeño poblado indígena a unos 30 kilómetros al sur de Managua que fue asediado y tomado por las fuerzas leales a Ortega.
“Esto es como una pausa y volvemos”, agregó el joven, quien ahora comparte casa con varios compañeros que lograron escapar a la arremetida de las fuerzas de choques leales al Gobierno.
Desde allí, diversas organizaciones convocaron a concentraciones el miércoles a lo largo del pequeño país de 6,2 millones de habitantes.
Por la mañana, el movimiento campesino hará un plantón en la cárcel El Chipote, cerca a la costa pacífica, pidiendo la liberación de dos de sus dirigentes apresados. Al otro extremo del país, en la ciudad de Granada, el Movimiento 19 de abril pedirá por la libertad de uno de sus dirigentes en la zona.
“QUE SE RINDA TU MADRE”
Las manifestaciones contra el gobierno de Ortega, quien cursa su tercer mandato consecutivo, comenzaron a mediados de abril como reacción a una reforma al sistema de seguridad social, pero se ampliaron tras la violenta represión.
Los opositores exigen la renuncia del exguerrillero, quien enfrenta su peor crisis desde que asumió en 2007 y a quien acusan de amañar elecciones, controlar medios, manipular la justicia y querer instaurar una “dictadura familiar” junto con su esposa, la vicepresidenta, Rosario Murillo.
La comunidad internacional ha condenado la “brutal represión” mientras los pobladores de zonas donde manifestantes levantaron barricadas, agradecieron el fin de los bloqueos.
“Tengo una tiendita, pero desde que empezó esto (protestas) tengo tres meses sin trabajar”, se quejó Sagrario Morales, una residente de Monimbó, un pequeño pueblo indígena en Masaya que fue “liberado” el martes tras un intenso enfrentamiento entre manifestantes con morteros caseros y resorteras y simpatizantes de Ortega con pistolas, armas automáticas y escopetas.
“Ahora estoy alegre, alegrísima. No quiero que vuelvan estos desgraciados”, agregó Morales frente a una pared con una sugerente consigna pintada: “Fuera los Ortega, que se rinda tu madre”.