PANDEMIA: TEMERIDAD Y DESOBEDIENCIA

TAREA PUBLICA

Por: Carlos OROZCO GALEANA

La conferencia vespertina del subsecretario Hugo López Gatell del 19 de este mes, mostró lo que todos observamos: un relajamiento de la movilidad en nuestra entidad, la tercera más desobediente y temeraria. Las calles del centro de la ciudad y los centros comerciales, por ejemplo, lucen aún saturadas de personas que no creen en el mal, por lo cual no se descartan más contagios del coronavirus a lo largo de los siguientes 14 días.

Hay desinterés de muchos ciudadanos de respetar las normas para impedir que la pandemia crezca más rápidamente y cobre más infecciones y vidas humanas. No piensan que su actitud equivocada pone en riesgo no solamente a ellos, sino también a los suyos y a los demás. No falta, en esa enajenación, quienes dicen que aquellas son inexistentes o que el peligro que estas conllevan hasta causar la muerte son inventadas.

Hemos sabido que en otros países, donde se ha disipado la obediencia, los casos han aumentado en forma rápida. Es que el coronavirus, aparte de ser invisible, tiene un gran poder de multiplicación y de agresividad. Algunos científicos afirman que por estas características es muy difícil su desaparición del planeta en tiempo corto.

A nivel nacional, la instrucción que se había dado para que en “municipios de la esperanza”, con cero o nulo contagio prosiguieran actividades económicas, se canceló de inmediato. Según Diario El País, el gobierno mexicano se precipitó al proceder a la vuelta a la normalidad, anunciada la semana pasada, justo en los días más críticos de la pandemia; por ello, se vio obligado a hacer algunos reajustes en el Diario Oficial de la Federación. Si el 13 de mayo el  anunciaba que tres nuevas actividades, la minería, la construcción y la de los equipos de transporte, eran consideradas esenciales y podían reanudar su producción el lunes siguiente, solo unas horas después, el Diario Oficial daba marcha atrás y aplazaba esta medida al 1 de junio.

“De sabios es rectificar” es una vieja sentencia que los mexicanos aplicamos cuando damos marcha atrás en una idea o en un hábito. Qué bueno que los académicos y científicos de la salud asesoraron bien al presidente López Obrador de anular el acuerdo previo porque no es muy fácil lograr con él ese tipo de conciliaciones. Un arreglo equivocado equivale, en estos momentos, a más angustia y muerte.

A nivel Colima seguimos preocupados. Crecen contagios y muertes. Tememos cosas peores. Miles de sus habitantes, desesperados por el confinamiento de varias semanas, han decidido últimamente retomar actividades desdeñando las convocatorias oficiales de quedarse en casa y guardar la sana distancia hasta que estas normativas sean suspendidas o modificadas por las autoridades. En este contexto, ha sido buena la decisión gubernamental de olvidarse de la impartición de clases presenciales en toda la entidad y en todos los niveles escolares.

Es evidente que se está corriendo un riesgo mayor que amenaza la salud de muchos que sí están respetando y obedeciendo las recomendaciones y los tiempos en que estas han de estar vigentes. Por ningún motivo tiene justificación el desdén por la vida, el mal comportamiento, la falta de aprecio por la salud y la suerte de otros.

Las autoridades, que no se han cansado de llamar al auto cuidado, tienen que seguir insistiendo en aplicar las leyes que rigen las actividades económicas y sociales en el país y en Colima en lo particular. Si bien como entidad no nos ha ido tan mal en cuestión de decesos, con apenas   16, no podemos evadirnos de los riesgos. Los contagios pueden ocurrir en el lugar menos pensado.

Así como lo ha hecho el gobernador Peralta Sánchez llamando a la obediencia ciudadana de quedarnos en casa y guardar la sana distancia, el subsecretario más famoso del mundo ( por su exposición mediática), exhortó a la población que vive en las zonas de alto contagio a estar consciente de que el 1 de junio —cuando se termine la Jornada Nacional de Sana distancia— no se regresará a la normalidad y la movilidad dependerá de un semáforo de riesgo.

Hay que tener en mente los relatos de personas que han sufrido el covid 19 y se han salvado luego de grandes batallas. No podemos dejar la vida pendida de un hilo sin darle el valor que merece. Impidamos que por la negligencia de algunos haya más muertes de personas inocentes. Ya han muerto muchos. Quedémonos en casa otro tiempo, un mes más por lo menos.

No caigamos en optimismo desmesurado y echemos a perder lo ganado, pensar en que la solución a la pandemia está a la vuelta de la esquina. Lo que aplica hoy es un espíritu de cooperación y solidaridad ante una pandemia que, a este momento, ya ha cobrado más de 7 mil muertes en el país.