¿QUÉ VIENE?
Por: SEAN OSMIN HAMUD RUIZ
El congreso aprobó el presupuesto a ejercer por el poder ejecutivo estatal el próximo año. Un piquito más de 23 mil millones de pesos.
¿Mucho? ¿poco?; si lo dividimos entre los más o menos 740 mil habitantes del terruño, nos da un gasto per cápita de 31 mil pesos durante el año, $2,600.00 por mes, ochenta y seis pesos diarios por habitante.
Con esos pesos se tienen que atender los rubros de seguridad ($4.50 por día), educación ($34.5), salud ($9.34), bienestar social ($1.47), obra pública ($1.5), etcétera.
Visto así, la pregunta ya no es si es mucho o poco, lo relevante es si es suficiente.
La respuesta es obvia, no. No es suficiente.
Más allá de la discusión natural que debe darse respecto a su estructuración y las proporciones en cada renglón; inclusive anticipándose a la que sucederá una vez ejercido este recurso y, en la obligada revisión, se concluya si hubo un gasto transparente o no, o qué tanto, es tiempo de que objetivamente partamos de la contundente realidad. Cuatro pesos y cincuenta centavos por día para que me sienta seguro… no me da la cuenta, no me deja cómodo.
¿Y entonces?
Pues ya te la sabes, se necesita obtener mayor riqueza.
Y ésta no se genera espontáneamente. Es indispensable que el sector privado invierta en actividades multiplicadoras que impacten positivamente para que el estado recaude más y mejor.
Siguiendo esta línea de reflexión, durante el tercer informe de gobierno, me quedé con muchas ganas de escuchar qué había sido del proyecto de agronitrogenados en Armería, de la planta ensambladora de camiones en Colima, la terminal de hidrocarburos en Manzanillo, la consolidación del corredor industrial en Tecomán, entre otros.
Seguimos esperando ese gobierno promotor del desarrollo, que genere condiciones para las inversiones de impacto y que pueda contar con mayores cantidades para atender eficazmente las necesidades de la población.
Porque con un poco más de nueve pesos al día en gasto de salud, no alcanza ni para el PARACETAMOL.
MICROCUENTO
Caminé y caminé y caminé y seguí caminando. Atónito por mi descuido, trataba de enfocar y precisar la mirada, buscando con desesperación. No entendía porqué me sentía tan seguro y al mismo tiempo desesperanzado. Tres vueltas más figurando un infinito y nada. Se escapó, ese Pokemón se me escapó.