El Paricutín, ubicado en Michoacán, es el único volcán del siglo XX que cuenta con acta de nacimiento: nació entre un maizal el 20 de febrero de 1943, a las 16:30 horas, entre el expoblado de San Juan Parangaricutiro (actualmente Nuevo San Juan, y que se refundó después del evento) y el pueblo de Angahuan.
La lava que expulsó recorrió cerca de 10 kilómetros y sepultó dos pueblos: Paricutín, que le da nombre y desapareció, pues quedó muy cerca del cráter, y San Juan Parangaricutiro, que se reinstaló con otro nombre en una zona vecina, relató Hugo Delgado Granados, vulcanólogo y director del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.
En una charla por el festejo del cumpleaños 75 del Paricutín, de cuya formación hay registros científicos, películas originales y testimonios orales, indicó que “la fecha es importante para la vulcanología mundial, porque el nacimiento de un volcán es un hecho raro. México en el siglo XX vio nacer dos de ellos: el Paricutín, primero en el continente americano, y el Bárcena, en 1952, en el archipiélago de Revillagigedo, a 720 kilómetros de Manzanillo, Colima”.
Delgado acompañó su charla con una película original editada por especialistas del Servicio Geológico de Estados Unidos, en donde se observa la primera etapa de vida del volcán, con escenas documentales sorprendentes como cuando el cráter deforma y absorbe una gigantesca columna de humo, o cuando su lava incandescente fluye por el suelo, ante la mirada atónita de campesinos y científicos.
Entre un maizal
El primer antecedente del fenómeno fue un sismo ocurrido en 1941 en Michoacán. Para agosto de 1942, un campesino llamado Dionisio Pulido encontró una depresión en su terreno, un maizal donde sembraba.
Para el 7 de enero de 1943 hubo varios sismos de magnitud tres en el sitio, y el 20 de febrero de ese año comenzó la erupción, expuso Delgado en el auditorio Tlayolotl del IGf.
“En la zona se formó una grieta, se hundió el terreno y se creó una oquedad de la que salía humo (eran cenizas) y caían piedras; luego se formó un montículo de metro y medio”.
De esta erupción hay información científica. “Se sabe que en las primeras 24 horas el volcán se levantó hasta 30 metros, al tercer día ya tenía 60 metros y en el primer mes sumaba 148. En el primer año, contaba con 336 metros de los 424 que tiene actualmente”, resaltó.
La duración de la actividad del Paricutín fue de nueve años y su erupción concluyó en 1952.
El fenómeno, prosiguió, ocasionó cambios sociales en las localidades en donde emergió. “San Juan Parangaricutiro era el sitio más importante de la zona hasta que le cayó lava, y Angahuan, una población sin importancia, se convirtió en un centro turístico, donde aún hoy rentan los caballos para ir al volcán”.
Volcán monogenético
Por su parte, Ana Lillian Martin del Pozzo, vulcanóloga e investigadora del IGf, destacó que el Paricutín es un volcán monogenético.
“Como dice su nombre, viven una sola etapa, que puede durar de varias semanas hasta nueve años. Creemos que los de México son de los más grandes. Crean domos, conos pequeños con flujos de lava y algunas estructuras hacia adentro que se forman en el agua”.
Los poligéneticos, en cambio, tienen erupciones y lapsos de reposo de diferente duración, pero luego vuelven a hacer erupción, además de que son más grandes, como el Popocatépetl.
Los monogenéticos, detalló Martin de Pozzo, tienen conductos estrechos, y se dice que si baja la actividad y ya no sale lava, el volumen emitido es de menos de un kilómetro cúbico. “Esta cifra la cuestionamos porque los volcanes mexicanos tienen más que eso”.
La importancia del Paricutín, subrayó, fue que se empezó a ver la trascendencia de los volcanes pequeños, que son muy abundantes en el país. Este volcán, que cumple 75 años, tiene varios tipos de lava, y de acuerdo con anécdotas, ya se sentía calor en el área en donde nació seis meses antes de su surgimiento. BP