¿QUÉ VIENE?
SEAN OSMIN HAMUD RUIZ
Visto con optimismo, pareciera que los astros se alinean. La gobernadora Indira tiene todo para transitar lo que le resta de su mandato con genuinas perspectivas de éxito.
La presidenta Sheinbaum la ve bien. Incluso en la lista de 100 compromisos del Zócalo, específicamente habló de Colima y el indispensable proyecto de ampliación del puerto de Manzanillo, entro otros que también impactarían a nuestro estado, como el bacheo de carreteras, los proyectados parques industriales, la inversión en energías renovables, por ejemplo.
Varios colimenses se colocaron en puestos relevantes dentro del gabinete federal (Mario Delgado el más encumbrado) lo que le debe generar en automático un staff comprometido a gestionar y fortalecer el interés de la presidenta por nuestra entidad.
En lo local, la legislatura comparte colores e ideales, muestran toda la buena voluntad de apoyarla desde la cámara de diputados. También los curules ganados en el congreso de la unión le tiene que abrir puentes y posibilidades.
Ya acumuló experiencia, ha depurado su equipo cercano y el nearshoring parece mandado a hacer para convertirlo en la herramienta maestra para atraer y estimular inversiones privadas.
Una alfombra mullida y linda se extiende para que caminemos hacia la recuperación de aquel paraíso de bonanza, prosperidad, cultura y bienestar que nos caracterizaba.
Salvo el tema de seguridad, que es la piedra en el zapato del país, la diosa fortuna le despeja el camino de tribulaciones y posibles pretextos. Está llamada a la trascendencia.
Análisis, estrategia, enfoque y trabajo productivo. Ni escopetazos ni ocurrencias. Si cierra filas con el resto de sectores (productivo, académico, social) y se generan tiros de precisión, Colima podrá dar ese salto tan anhelado hacia la prosperidad.
Escuchar, proponer y consensar son ingredientes finos e indispensables de esta receta.
En esta convergencia de factores y oportunidad, la suerte está echada, lo más difícil sería no conseguirlo.
Habrá que estar PENDIENTES.
MICROCUENTO
Un placer culposo es ver el programa televisivo “Enamorándonos”. Lo confieso con rubor, disfruto esas historias de amor y desamor, de emociones encontradas y choques culturales y generacionales. Me gusta fisgonear el cortejo. Observar esos nervios de la primera vez que se toman de la mano o se dan el primer beso. Sufro cuando no se entienden por lo que considero boberas y me ilusiono cuando se dan el “si” para una segunda cita.
Soy un cursi irredento.