En palabras Llanes
Por: Alberto LLANES
Bueno, a ver, en primer lugar me da mucho gusto y miedo estar esta noche comentando el libro que nos tiene reunidos aquí, en este lugar, en este aquí y ahora; me congratula por varias razones, primera y más importante, es de Monse Cortés, una alumna de la Facultad de Letras y Comunicación, área Letras Hispanoamericanas, inquieta, atrevida, con ganas de leer y escribir, de transmitir y compartir muchas cosas «mismas ganas que tuve yo de estudiante y que tengo todavía de profesor y que trato, poco a poco, no sé si lo logro o no, compartir y transmitir a mi alumnado, el que ha estado conmigo en la facultad o en los diversos talleres», ya hubiera querido yo, a la edad de Monse, haber impreso mi primer libro, eso lo tengo que decir, que festejar, valorar y seguir motivando para que no sea el único ni el primer libro de Monse y que esa motivación permee en el resto de estudiantes y tengan, cada uno/a su propio libro; en segundo lugar me da mucho gusto por el tema, quizá sí, quizá no, pero es curioso que este primer libro de Monse se llame de una manera muy parecida al de nuestro eximio maestro normalista y escritor, creador del método onomatopéyico para la enseñanza de la lectura y la escritura en las primeras infancias y colimote de cepa, el maestro Gregorio Torres Quintero, él tituló su libro de la siguiente manera: Cuentos colimotes, descripciones, cuentos y sucedidos «Monse ha titulado al suyo Leyendas y sucesos de Piscila, Colima» que por muchos años encontrábamos única y exclusivamente a la venta en fotocopias y que, posteriormente, la Universidad de Colima imprimió, reimprimió y sigue editando.
En su libro, Torres Quintero nos habla de un Colima que, definitivamente y por la brecha generacional del tiempo no nos tocó vivir, relata sucesos extraordinarios, maravillosos, a veces sacados de la ciencia ficción que pueden llegar a ser reales y de algo bien valioso, la oralidad, aquellas historias que han pasado de generación en generación gracias al poder de la palabra dicha, la hablada, de contarse, de reunirse en grupo y empezar a narrar historias de aparecidos, de muertos, de tesoros enterrados, de fantasmas que se aparecen en casonas vacías, abandonadas o con gente y de muchos más mitos que son leyenda, que son realidad, que son ficción, que son puro cuento, que son sucedidos, que son inventos, que alguien vio, escuchó, sintió, probó y hasta palpó, los cinco sentidos a flor de piel más el sentido del miedo y el sentido común que es el menos común o el más común de todos los sentidos; en tercer lugar me da mucho gusto presentar este libro porque Monse, sin quererlo y sin saberlo o quizá sí, está haciendo una labor bien importante que es digna de hacer mención; amén de todo el trabajo que fue entrevistar, transcribir, pulir, corregir, diseñar, estructurar y editar cada una de las voces que reúne en este compendio, les está dando vida por medio del poder que tiene la palabra escrita; es decir, Monse está haciendo que volteemos nuestra mirada, nuestra atención a la gente, a nuestros hermanos/as de Piscila, les está dando identidad y está poniendo a la comunidad, su comunidad en alto al rescatar todos estos sucesos, leyendas, historias que acontecen en ese pedacito o pedazote «según se quiera ver» de tierra que es Piscila y que son mito… y esto, señores, señoras, niños, niñas, adolescentes y público en general que se dieron cita esta noche o que nos siguen por la transmisión en vivo vía redes sociales, esto es algo muy valioso y que, seguro estoy, dejará huella en la gente, en la comunidad y en la misma Monse.
Hace muchos años, estoy hablando de 1995, tuve la oportunidad de participar en uno de los programas más nobles que ha tenido el gobierno federal, me refiero al Conafe, sí, fui instructor comunitario «actualmente, pertenezco y participo de otro programa bien noble que tiene el gobierno federal, el programa nacional de Salas de Lectura, mismo programa al que pertenece Monse Cortés y me da mucho gusto que podamos coincidir porque, a final de cuentas y si estudiamos lo mismo es poque cojeamos de la misma pierna»; estar en el Conafe me llevó a conocer a muchas personas que vivían en comunidad, estuve en varias, empecé en Rancho El Bajío, allá por Tecomán, en el entronque para ir a Madrid, posterior estuve en Lagunitas, el cerro más alto de Comala, arriba de Campo Cuatro, me fui de ahí a Rancho el Chococo, cerca de Cerro de Ortega, otra vez rumbo a Tecomán, y terminé mi servicio social en Rancho Adán Fuentes, en Santiago, en Manzanillo. Este tiempo me sirvió para reafirmar mi vocación de dar clases, enseñar a leer y a escribir, compartir historias y, sobre todo, escuchar las historias de cada una de las comunidades y de su gente, me sirvió para estar cerquita de ellos y ser uno de ellos, por un año.
Al leer el libro de Monse me llevó a un flashback de muchos años, regresé a aquellos recuerdos, aquellas historias que me contaba la gente, los oí hablar y no solo los oí, lo vi, porque Monse, en su libro nos regala una fotografía de los y las involucradas en estas historias, quienes las vivieron en carne propia, las oyeron, las sintieron, las vieron, las palparon y hasta las probaron, de nueva cuenta con los cincos sentidos y con todas las venas del cuerpo.
Entonces, puedo darme cuenta y ver a la abuelita y leer su historia, ver a la tía y leer sus historias, lo mismo con el tío, el primo o prima y muchas personas más que viven en un mismo paraje llamado Piscila que nos regalan sus sucedidos, sus leyendas, sus mitos, sus historias, su versión de las cosas paranormales que les suceden a ellos/as como bien pueden sucedernos a nosotros.
Creo fervientemente que una literatura nos lleva a otra, así como una reacción en cadena, leyendo las historias de Piscila me doy cuenta de que es recurrente la mujer blanco, la aparición del charro o el jinete que es el mismísimo demonio, la visión de pequeños seres que pueden ser duendes, los mitos del dinero enterrado y que está maldito, el mito eterno de la llorona vagando por los ríos en busca de sus hijos, en fin.
Todo ello me llevó a relacionar el texto que tenemos esta noche en impreso, a recordar a Salvador Elizondo y la historia del enfermo del hospital al que sólo se le ve la cara y que no tiene cuerpo, pensé también en el libro de historias del escritor Fabio Morábito, por cierto, ganador del premio Narrativa Colima para Obra Publicada con la obra titulada: Cuentos populares mexicanos, donde recopila los sucedidos, los mitos, las leyendas de toda la república mexicana, ahí sobresalen las historias de la llorona en sus diferentes versiones, la mujer de blanco que así como aparece, desaparece y muchas más, como las que podemos encontrar al leer el libro que compiló nuestra estimada Monse y, quiero cerrar mi intervención con una pregunta ¿quién nos dice que Monse Cortés se convierta en nuestro Fabio Morábito de Colima y recopile, en un solo libro o en muchos más, las historias, las leyendas, los mitos y los sucedidos de nuestra Colima?, acá también vivimos situaciones similares, muy similares y paranormales… muchas gracias.