COQUIMATLÁN.- En el corazón de Coquimatlán, Colima, donde la tierra aún conserva el aroma de lo natural y lo auténtico, se encuentra La Colmena del Abuelo, un proyecto que combina pasión, tradición y conciencia ambiental. En este lugar, la apicultura no solo se vive como un negocio, sino como un acto de amor hacia las abejas, esas pequeñas pero esenciales protagonistas del equilibrio ecológico.

Tuvimos la oportunidad de platicar con Leonardo Francisco Michel Ruiz, cofundador de La Colmena del Abuelo, quien nos recibió en el taller de extracción de su empresa, en pleno centro de Coquimatlán, donde también resguardan el material apícola con el que trabajan diariamente. Durante el recorrido, no solo fuimos testigos del proceso de producción de la miel, sino también de una profunda labor de concientización ambiental y social.

Más allá de producir miel, Leonardo nos compartió su interés por visibilizar y proteger a las abejas nativas, aquellas que pocas veces se ven pero que tienen un rol fundamental en la polinización y la seguridad alimentaria. El proyecto tiene raíces personales y familiares, ya que fue inspirado por su abuelo, quien desde niño lo acercó al mundo de las abejas. Hoy, esa herencia se transforma en un espacio donde se promueve la apicultura agroecológica, se educa a la población y se lucha por conservar un oficio en peligro ante las amenazas del mercado, el cambio climático y la pérdida de hábitats naturales.

Durante la entrevista, Leonardo también compartió conocimientos sobre la vida de las abejas, las distintas variedades de miel según la región, sus propiedades, y los desafíos que enfrenta el sector apícola en Colima. Su mensaje es claro: proteger a las abejas es proteger la vida misma, y por ello invita a todas y todos a sumarse al consumo responsable, valorar los productos locales y reconectar con la naturaleza.

A continuación, te compartimos esta charla con quien, más que un productor, es un defensor del equilibrio natural y un apasionado de uno de los oficios más dulces y esenciales del mundo: la apicultura.

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Rodeado de aromas dulces, zumbidos constantes y estructuras de madera llenas de vida, Leonardo Francisco Michel Ruiz nos recibe en el corazón de su taller apícola, en el centro de Coquimatlán. Durante un recorrido con AFmedios, Leonardo compartió detalles del proceso de extracción de la miel, así como reflexiones profundas sobre la apicultura como oficio, legado familiar y compromiso ambiental.

“Nos dedicamos a la apis mellifera, pero nuestro enfoque también está en visibilizar a las abejas nativas, esas que nadie ve ni cuenta, pero que son esenciales para la polinización y la seguridad alimentaria”, explicó.

Para Leonardo, hablar de abejas es hablar de vida. Explica que estos insectos dependen de entornos saludables, cada vez más amenazados por la urbanización, el cambio climático y el uso indiscriminado de agrotóxicos.

“No estamos en contra del uso de químicos, pero sí de su mal manejo. Debemos buscar un equilibrio entre lo orgánico y lo necesario, sin dañar a las abejas ni al entorno”.

Además de producir miel, Leonardo busca generar conciencia. Por ello realiza recorridos y talleres para que la gente entienda el papel vital de las abejas en la naturaleza.

“Una abeja no piensa en ella misma, piensa en la colmena. Todo lo hace por el bien del conjunto. Es un modelo de vida admirable”, lo dice con pasión.

Miel: tesoro ancestral

Leonardo comparte que la miel no solo es un alimento dulce, sino un conservante, antibiótico natural y fuente inmediata de energía. “No soy médico, pero sé que al ser un azúcar natural, la miel se procesa más fácilmente en el cuerpo. De ahí que quienes hacen ejercicio recurran a ella para obtener energía rápida”.

Ante la duda sobre cómo identificar una miel auténtica, su consejo es claro: “Tengan un apicultor de confianza. Aquí en Colima hay más de 150 registrados. Hay que apoyar lo local y asegurar que lo que consumimos es miel real, no jarabes adulterados”.

El proyecto lleva por nombre La Colmena del Abuelo en honor al abuelo de Leonardo, quien lo introdujo desde pequeño al mundo de la apicultura.

“Desde niño acarriaba cera, probaba miel, estaba en contacto con las abejas. Todo empezó como un juego, hoy es una vocación”.

Actualmente, practican una apicultura agroecológica, que busca evitar pesticidas y técnicas industriales, retomando métodos tradicionales y sostenibles, aunque no cuenten con una certificación oficial de “orgánico”.

Leonardo hace énfasis en que esta labor, aunque es rentable, también es una causa amenazada por mercados desleales, enfermedades, monocultivos y la falta de conciencia.

Por eso invita a la población a consumir productos locales y de apicultores certificados en Tecomán, Comala, Manzanillo o cualquier parte de Colima.

“No solo se trata de preservar un oficio, sino de garantizar que no desaparezcan las abejas. Sin ellas, no hay alimentos, no hay equilibrio ecológico”.

En Colima, la miel es multifloral, es decir, se produce a partir de diversos néctares según la zona. Leonardo detalla que en la zona norte (como Comala) predominan los tacotes y flores bajas; en la zona centro (como Coquimatlán) hay árboles como guamúchil y parota; y en la zona costera, como Tecomán, se obtiene miel del mangle blanco, con alto valor nutricional.

También menciona que estarán organizando catas de miel, donde se podrá conocer y comparar variedades de todo el país.

“La miel de azahar, por ejemplo, es considerada una de las mejores y solo se produce unos días al año en zonas citrícolas como Veracruz”, apunta.

En su taller, Leonardo explica el proceso que va desde la recolección en campo hasta la extracción en sus instalaciones. A este proceso lo llaman “cosecha” o “castrar” la colmena. Cada año, la producción inicia en diciembre en el norte y concluye en junio en la costa.

Además de miel, de una colmena pueden obtenerse jalea real, propóleo, polen y hasta nuevas colmenas, lo que convierte a la apicultura en una actividad integral y sustentable.

Como mensaje final, Leonardo invita a la ciudadanía a recuperar espacios polinizadores, incluso en casa, sembrando flores o permitiendo que crezcan plantas locales que atraigan abejas.

“No se trata de alejarlas, sino de aprender a convivir. Todos podemos vivir en equilibrio con la naturaleza, solo hay que devolverle un poco de lo mucho que le hemos quitado”.

Quienes deseen conocer el proceso de producción y vivir la experiencia de un apiario en funcionamiento, pueden visitar La Colmena del Abuelo en Coquimatlán. Solo es necesario agendar previamente a través de sus redes sociales o contacto directo al 312 142 5024.

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