APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI
En la arena política, es común escuchar a los líderes y funcionarios gubernamentales proclamar su generosidad y compromiso con la sociedad al anunciar la entrega programas, recursos y beneficios para la población. Este hecho es totalmente familiar y se repite generación tras generación.
Sin embargo, si nos detenmos un poco y lo análizamos, hay una realidad inquietante: en muchos casos, lo que se presenta como «dar» en realidad implica «tomar» de un tercero, mientras que una parte sustancial de esos recursos termina en manos de los allegados o círculo cercano en primera instancia y después en los ciudadanos que pueden significar votos, contribuyendo así al mantenimiento de su poder.
Esta dinámica, que podríamos denominar «Política de Despojo,» merece un examen crítico. Detras de estas promesas aparentemente altruistas se encuentra una realidad incómoda: para los políticos, dar no les cuesta nada.
En el juego político, la retórica de la generosidad es una herramienta poderosa. Los políticos prometen un sinfín de programas sociales, subsidios, y recursos, que supuestamente mejorarán la calidad de vida de la población. Estas promesas pueden ser atractivas y seductoras, especialmente para aquellos que más necesitan apoyo. Sin embargo, detrás de estas promesas aparentemente altruistas se encuentra una realidad incómoda.
La «Política de Despojo» se manifiesta cuando el gobierno decide distribuir recursos o programas, pero no a través de una creación genuina de riqueza o de una redistribución equitativa de la misma. En su lugar, opta por tomar recursos de los ciudadanos a través de impuestos, regulaciones o deudas, para luego presentar estos recursos como generosidad gubernamental. En esencia, se trata de un ciclo en el que el gobierno da con una mano lo que previamente ha tomado con la otra.
Uno de los aspectos más preocupantes de esta dinámica es la asignación desigual de los recursos. Frecuentemente, los políticos y el gobierno canalizan una parte sustancial de estos recursos hacia sus «cotos de poder,» que incluyen a grupos de interés, empresas amigas y aliados y sectores sociales con fines políticos. Esto sirve para mantener y fortalecer sus posiciones de poder, ya que estos beneficiarios devuelven el favor con apoyo político, financiero o influencia.
Reconocer y comprender la «Política de Despojo» es un paso crucial hacia una mayor transparencia y responsabilidad en la política. Como ciudadanos, debemos ser críticos y exigir una gestión más eficiente y equitativa de los recursos públicos. Esto implica presionar por una distribución más justa de la carga fiscal, así como una mayor rendición de cuentas por parte de nuestros líderes y funcionarios.
En última instancia, es importante visualizar que la verdadera generosidad y progreso provienen de políticas que fomentan la prosperidad y el bienestar de todos los ciudadanos, en lugar de alimentar agendas ocultas y favorecer a unos pocos.
La «Política de Despojo» debe ser confrontada y reemplazada por un enfoque más ético y equitativo que priorice el interés común sobre el interés propio. Solo así podremos construir sociedades más justas y sostenibles para todos.