Ruth Holtz*
En esta nueva era, en la que más y más gente está prestando atención a sus problemas emocionales y espirituales, nos hemos percatado que el tener dinero, conservarlo y tener éxito en los negocios no es sólo cuestión de leyes de oferta y demanda ni del índice de la bolsa. Aún en momentos de crisis económica hay gente que siempre conserva su estabilidad. En muchos casos hemos observado que las emociones que tenemos respecto a nosotros mismos, a lo que podemos o no y a lo que creemos que merecemos o no determinan nuestra prosperidad.
El desarrollo de la conciencia de prosperidad es posible cuando enfocamos esos problemas emocionales y los resolvemos. Por lo general son miedos los que nos limitan a creer en nuestro potencial y a tener la determinación de crear lo que deseamos aceptando los riesgos sin darnos por vencidos. Algunos de estos miedos son al fracaso, al éxito, a perder o a arriesgar. También involucramos valores para justificar nuestros miedos. Decimos que es malo desear el dinero o mezquino, así como que más vale lo que es seguro o que el dinero es algo sucio o destructivo. También podemos creer que no merecemos tener en abundancia por una desvalorización de nuestra persona.
El miedo al fracaso puede limitarnos mucho a no acometer ciertas empresas. No creemos en nosotros mismos y eso puede llevarnos a evitar tomar decisiones adecuadas en el momento oportuno. Podemos dejar pasar oportunidades de oro. O por el contrario, podemos impulsivamente decidir algo en medio de la confusión, “antes de que nos arrepintamos” sin ser lo adecuado. Existe una tercera opción: creer que si no podemos asegurar el éxito mejor no intentar. Quizá no lo intentemos nunca. Después de todo alguno que otro fracaso nos enseñará el camino correcto si estamos dispuestos a aprender, experimentar y acertar, si perseveramos.
El miedo al éxito puede ser un estigma que nos venga desde nuestra familia. Quizá tengamos figuras idealizadas que está prohibido tácitamente desafiar, como por ejemplo, nuestro padre. También puede ser que tengamos una vida que no deseamos, pero en vez de hacer los cambios pertinentes podemos escudarnos en nuestra falta de éxito. Después de todo tener éxito puede colocarnos en el lugar de nuevas experiencias y responsabilidades que nos den miedo. Ya no tendremos excusa para otro tipo de compromisos ni jugar a las víctimas para manipular a los demás.
Entregarnos completamente a algo siempre dará resultados. Claro que necesitamos entregarnos a una empresa que sea afín a nuestros intereses para lograr que nuestra entrega sea de corazón. Pero solemos acarrear nuestros prejuicios acerca de que todo debe ser seguro y tener miedo de lo que fluctúa. El miedo a perder nos limita. Claro que a veces podemos perder, pero la persistencia y la entrega finalmente nos llevarán a ganar si estamos en el lugar correcto (afín a nuestros intereses). Sin embargo, no queremos arriesgarnos, cuando en la vida todo es riesgo.
Podemos rechazar inconscientemente la llegada del dinero por creer que nos hará mal, nos destruirá o nos hará mezquinos. El dinero es un valor de cambio neutro que significa trabajo acumulado en un símbolo. Los valores que le colguemos son nuestra elección. Tienen más que ver con el concepto que tenemos de las personas, de nosotros mismos y de nuestra autoestima. Si creemos no merecer, quizá rechacemos sin darnos cuenta muchas riquezas de la vida, no sólo el dinero.
* Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas, días y horas hábiles a los tels. 3 30 72 54/044312 154 1940
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