PROFERIR DISGREGAR

¿QUÉ VIENE?

SEAN OSMIN HAMUD RUIZ 

¿De verdad pasó casi a ser un asunto anecdótico lo que ha sucedido en los últimos días, respecto a la concepción que como mexicanos tenemos de la unión federal, que nos define como territorio?

Mucho se ha escrito respecto a la división y encono social que causa la forma de comunicar del presidente, desde el nuevo glosario social que se ha construido (fifi, conservador, neoliberal, adversario, pueblo bueno, etc.), hasta el manejo de los recursos del presupuesto, que después del análisis, varios gobernadores han puesto en entredicho.

Y no solamente en la forma de construir el documento, sino en el fondo donde se alega que la proporcionalidad entre lo que se produce en cada uno de estos estados en materia fiscal y lo que se está pretendiendo retornar en forma de participaciones federales, se desdibuja, enfatizando en la inequidad.

Se aporta más, mucho más de lo que se va a recibir, en estos casos muy representativos.

No es una novel discusión, pero hoy toma énfasis por la clara señal centralizadora de la que dependerá el gasto de gobierno.

La razón esgrimida es aquella que viene haciendo eco desde campaña: abatir la corrupción. Como abstracción pudiera funcionar. Sin embargo, la absoluta desconfianza en todo aquel que no sea el prístino inquilino de palacio nacional y sus operadores, obviamente lastima, enoja. Más cuando tampoco se han visto tan transparentes como pretenden hacernos creer.

La tentación del control siempre será un elemento del ejercicio del poder, por ello es que hay división de poderes, organismos autónomos, estados libres y soberanos, que buscan mantener los vectores equilibrados.

Los ánimos están caldeados. Se sigue acumulando la presión del vapor en la olla exprés en que se ha convertido nuestro país. Parece que seguimos aturdidos, o peor, indiferentes ante lo que se puede desprender de estas acciones.

Si habla, instruye, organiza y se mueve con una apariencia congruente a un objetivo, entonces, no nos sorprendamos si cuando despertemos nos demos cuenta que el tirano seguía vivo.