LA VIDA ENTRE LÍNEAS
Por Elinord CODY FaceBook Elinord Cody
«¿Que alguien me explique?» era la frase recurrente de un personaje de comedia que, con ironía, intentaba dar sentido a lo absurdo. Este supuesto alemán se enfrentaba a situaciones paradójicas, incongruentes o contradictorias y, con respuestas sarcásticas, trataba de explicar lo inexplicable.
Hoy, esa frase resuena con fuerza en la mente de muchos ciudadanos que, con indignación y frustración, se preguntan qué está pasando con la violencia en nuestro país. No es solo la cifra de homicidios que aumenta, sino la aparente falta de razones visibles para muchos de ellos.
Personas asesinadas sin que exista una causa clara, sin antecedentes, sin vínculos evidentes con actividades ilícitas. Y aunque ninguna vida debería ser arrebatada por ningún motivo, la incertidumbre y el miedo crecen cuando cualquiera puede convertirse en víctima sin explicación alguna.
Las preguntas se acumulan y las respuestas nunca llegan. ¿Por qué los crímenes quedan impunes? ¿Dónde están las investigaciones efectivas? ¿Por qué las autoridades se muestran inoperantes o, peor aún, indiferentes?
La sensación de que todo se desvanece en la impunidad es agobiante. Parece que la justicia llega tarde —si es que llega—, y cuando finalmente da la cara, el hecho ya se ha desdibujado en el tiempo.
Mientras tanto, la primera versión de los hechos, esa que las autoridades permiten que se difunda por omisión o conveniencia, se convierte en la “verdad” en el imaginario colectivo.
Juicios sumarios sin pruebas, suposiciones disfrazadas de certezas y narrativas construidas a partir de rumores toman el lugar de la realidad. Y cuando finalmente surgen datos distintos, el daño ya está hecho. Pero nadie lo aclara, nadie explica.
El problema no es solo el crimen, sino la falta de consecuencias reales. Es cierto que evitar un asesinato puede ser complicado—aunque cabría debatirlo—, pero lo que sí es innegable es que los culpables deberían ser castigados. Si no se puede evitar que alguien mate, al menos debería dejarse claro que hacerlo tiene un costo. Que el crimen no sea fácil. Que quien lo cometa lo lamente.
Pero aquí, la impunidad es la norma. La justicia parece más bien una excepción. Y las víctimas, en lugar de respuestas, solo encuentran olvido.
Así que, una vez más, ¿que alguien me explique?