¿QUÉ VIENE?
Por: Sean Osmin Hamud Ruiz
En una sociedad cualquiera, tomando en cuenta la denominación clásica de los elementos del Estado, territorio, población y gobierno, me pregunto ¿dónde empieza y termina la definición de pueblo? Dependiendo del punto de vista o bien la técnica con la que se pretenda construir alguna acepción, tendremos múltiples ideas de ello. Sin embargo, pueblo somos todos.
Con independencia del punto de vista personal que pueda merecer el desempeño hasta el día de hoy del gobernador del estado, la nota sin duda la dio la actitud y posicionamientos de los diputados locales durante su comparecencia ante los mismos.
Escucharle decir a una representante que estaba molesta porque no se le había permitido tener un espacio dentro del recinto legislativo al “pueblo”, es asombrarse ante el contrasentido de ello. Quienes asistieron, con independencia de su filiación ideológica, no dejan de pertenecer a la población.
Permitirse como representante popular hacer reclamos específicos, sin que medie una mínima preparación sobre el tema y perder la oportunidad de hacer rendir cuentas de una manera responsable y eficaz al compareciente, no necesariamente es inexperiencia, sencillamente muestra el desdén sobre el tema. Es buscar estridencia facilona.
Preocuparse más por reclamar espacios físicos dentro de las áreas comunes dentro del congreso, que preparar un posicionamiento inteligente, hasta el punto de perderse en su lectura, es un desperdicio de la tribuna.
Todos estamos tomados por sorpresa en esta nueva era de la política y sus formas, pero no se vale quedar atónitos. Hay que ponerse a trabajar.
El equilibrio de los poderes está diseñado de tal forma, que precisamente estos ejercicios son los que nos den luz sobre lo que pudiera estar bien, lo que está mal, lo que aún es posible corregir y los cómos.
Los nuevos congresistas tienen en los próximos días la oportunidad de intentar aprender rápidamente de la experiencia y sobre ello, vivir la glosa con los diferentes actores que recibirán en la casa del pueblo colimense. Tienen que buscar la crítica informada y precisa. Incluso más allá, la sugerencia a corregir lo que se detecte va por mal camino.
El llamado ya reiterado a que busquemos la participación ciudadana, no deja de tener notoriedad cuando somos testigos de un ejercicio que lejos de representar el interés común, se concentra en cómo golpear, no en detectar errores y exigir corregirlos. Nuestra banca sigue esperando, mientras no ocupemos ese lugar, tampoco podremos tener mucha esperanza de que las cosas se vuelvan diferentes.