Por: Sean Osmin Hamud Ruiz
Hace más de un año que tengo el enorme privilegio de que me invitaran a redactar esta columna y me permitieran libremente expresar lo que pienso. A lo largo de este tiempo, después de la primera invitación, otros queridos amigos me han ido publicando en diferentes medios electrónicos y escritos. Insisto, es un privilegio.
En este tiempo he manifestado diferentes ideas y opiniones, principalmente en el orden del ámbito político. Algunos de quienes amablemente me leen, en ocasiones coinciden conmigo, en momentos no. Lo interesante de dar a conocer el personal punto de vista es precisamente que éste crece y se enriquece cuando hay divergencia y discusión.
Pero hay momentos en que los hechos de los que somos testigos no admiten ópticas. No se valen opiniones. Sin duda, hoy lo estamos viviendo. Y creo que estas son las líneas que más trabajo me han costado.
Especular si es un experimento fuera de control o una arma biológica para acabar con el capitalismo; minimizar el porcentaje de personas que enfermas morirán o filosofar acerca de lo finito de la vida y que irremediablemente todos moriremos de algo; plantearnos la disyuntiva de cuántos morirán enfermos o cuántos morirán por la crisis económica; poner a competir al gobierno de México con los gobiernos estatales y/o municipales, inclusive con las autoridades en salud internacionales, como la OMS; nada de eso sirve en este instante, en esta circunstancia.
No creo que valga la pena repetir síntomas, estadísticas, valoraciones o gráficas de curvas que tienden a una línea recta ascendente.
Tres hechos son contundentes. No hay tratamiento curativo, solo paliativo, si tu cuerpo no está apto para superar la enfermedad, no hay nada qué hacer. No hay vacuna. La única forma de control es evitar en lo posible que se propague, que haya los menos infectados posibles.
Por eso te invito: no especules, no opines, no confrontes. Simple y sencillamente #QUEDATEENCASA!!!