TAREA PUBLICA
Por: Carlos OROZCO GALEANA
El sábado pasado cumplió el exgobernador Silverio Cavazos diez años de haber sido acribillado fuera de su casa por un grupo de sicarios, en una mañana soleada y en medio de un clima político muy complejo. Un grupo numerosos de personas que lo conocieron y colaboraron con él, lo recordaron como un colimense de bien, como un hombre alegre, carácter decidido, de convicciones profundas y de una gran nobleza.
Recuerdo que un día antes de su asesinato, por la tarde, mi esposa me preguntó mientras caminábamos por una avenida del norte de la ciudad si el tecomense podía ser atacado por alguien y me confió que sentía temor de que ello ocurriese. Por la noche de ese mismo día me manifestó su preocupación de que “algo le pudiera pasar al licenciado Silverio”. Intuición de mujeres, sin duda.
El desenlace fatal todos lo sabemos. Aquel día dejó de vivir un exgobernante que se esmeró en hacer un gobierno eficaz a la altura de sus promesas de campaña. Recuerdo muy bien su visión de las cosas y su talante ejecutivo a pesar de que en su corta carrera no había administrado más que su hogar. Como táctica, le eran ajenas las reuniones para resolver muchos de los asuntos de su incumbencia. Resolvía al instante, aprovechaba el tiempo. Fue un servidor público que sabía lo que hacía.
Fui testigo de acuerdos suyos inmediatos cuando se discutían inversiones favorables para Colima. A muchos sorprendían sus respuestas rápidas como si conociera de tiempo atrás la naturaleza y las aristas de los diversos problemas. Presencié también el apoyo que daba a los estudiantes cuando pretendían seguir estudiando, incluso en el extranjero. Y cómo no le voy a reconocer el respaldo que dio a los asesores y técnicos docentes del IEEA durante toda su administración, a los que autorizó invariablemente apoyos económicos para que potenciaran su labor y más colimenses se enseñaran a leer o terminaran su educación básica. Y eso que no era maestro de profesión!
De igual modo aprecié, al igual que como lo hizo Gustavo Vázquez, su amor por la camiseta del Pri, de cuyos militantes se hizo gestor permanente cuando les agobiaba un asunto irresuelto, pero no distinguía partido en quienes le requerían. Con su partido mantuvo, puedo decir, una distancia intuitiva, lo que le hizo ganar el respaldo de sus militantes. Se supo, incluso, que acabando su mandato, se incorporaría como Secretario General del CEN del Pri.
Los elementos que comparto ojalá sirvan para reconocer el paso de un político que se ganó el aprecio de muchos colimenses. Claro, no era monedita de oro ( la clase política está repleta de gavilanes), pero mostró sensibilidad como gobernador y rasgos de nobleza que le permitieron comprender las necesidades de quienes se acercaban a él a plantearle asuntos al final de los actos públicos o le pedían audiencia, a lo cual respondía afirmativamente.
Quienes compartimos responsabilidades en su gobierno lamentamos su pérdida temprana. Dejó una huella y un pesar colectivo porque a una comunidad le duele que le arrebaten la vida a personas en forma tan cruel y cobarde como le ocurrió a Silverio y a muchos colimenses más como Fernando Moreno Peña, quien el 12 de octubre de 2015 se libró de un atentado que le pudo costar la vida. En el tiempo de Silverio, se agudizó la violencia en Colima y alcanzó tasas muy elevadas, hubo ejecutados por todos lados, y se multiplicaron las fosas clandestinas.
La mejor manera de recordar a quienes han fallecido es contemplar sus buenas obras y tratar de replicarlas. Todas las personas dejan algo bueno a su paso por la vida, hechos gratificantes que deben convertirse en referentes valiosos que sirvan como orientación de las conductas humanas.
Silverio, desde luego, no fue un hombre perfecto, defectos tenía, pero nadie puede poner en duda su deseo de hacer bien las cosas por su Colima. Analizaba, en sus decisiones, qué podía resultar favorable para loso intereses del Estado, e incluso promovió a Ignacio Peralta al cargo de presidente municipal, de donde este despuntó para alcanzar el máximo puesto estatal. Para referirse a Ignacio, usaba la frase de “las mentes brillantes”.
El buen gobierno se construye con decisiones correctas, no con arrebatos o caprichos personales que ofenden al buen sentido político. Silverio contribuyó a la consolidación de una generación que buscaba el poder (Mario Anguiano, Ignacio Peralta, Juan Carlos Cruz ). ¿ Se arrepintió alguna vez de ello, sobre alguno en particular ? Hay, entre sus más cercanos, una versión que da claridad sobre este punto, pero eso no me corresponde compartirlo. . . ..