APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI
Desde mis días de infancia en el barrio, aprendí que para enfrentar a alguien se deben considerar tres principios o reglas. ‘El orden sí altera el producto’.
Estos principios, que rigen el juego de la supervivencia en la calle, pueden aplicarse sorprendentemente a situaciones políticas, como en la reciente expulsión de la alcaldesa de Manzanillo, Griselda Martínez del partido Morena.
La primera premisa es fundamental: antes de sumergirte en un pleito o conflicto, debes evaluar si cuentas con las condiciones necesarias para enfrentar de igual a igual a tu rival, sin importar la incertidumbre del resultado. Este análisis puede aplicarse directamente a la política, donde la fuerza, la estrategia y la capacidad de resistencia son determinantes.
En la segunda premisa sugiero: que en caso de que el pleito o conflicto escale de ese enfrentamiento uno a uno, es crucial contar con un número similar de apoyo o amigos que respalden tu posición o bien puedan unirse a tu lucha.
En el juego político, la alianza y el respaldo son pilares que pueden definir el éxito o el fracaso de una lucha. Subestimar la importancia de este respaldo puede llevarte a una situación desventajosa y un fracaso exponencial.
La tercera premisa, más sutil pero igualmente crucial, implica que el «más cabrón» de tu barrio (entorno o partido) no debe ser amigo o tenga más estima por tu rival.
En términos políticos, esta variable pudo cambiar el curso de un conflicto en el caso de Griselda Martínez. Todo parece indicar que la camaradería política de ella con el Presidente, comparada con la simpatía del Ejecutivo hacía la gobernadora Indira Vizcaíno no tenían el mismo impacto.
La reciente expulsión de la alcaldesa del partido Morena se ha considerado por los afines a la alcaldesa como una falta de consideración de las premisas políticas establecidas y pregonadas por el presidente López Obrador, pero en política no se puede confiar en promesas ni supuestos.
Martínez, tal vez confiada en su trayectoria de izquierda, retórica y respaldada por su posición podría suponer que tenía las dos primeras premisas bajo control, pero al parecer subestimó el tercer factor: la simpatía evidente de su rival (gobernadora) con el «más cabrón del barrio», en este caso, el presidente de la República.
Este análisis de las premisas de la calle llevadas a la política abre una ventana de reflexión sobre la importancia de evaluar cada paso en el juego político.
Estas estrategias de supervivencia aprendidas en el barrio pueden proporcionar valiosas lecciones para los que se aventuran en el mundo de la política. La prudencia y evaluación de riesgos son esenciales. Pero no todos tendrán la paciencia ni la madurez para hacerlo.