Por Héctor A. Romero Fierro
Todo indica que el señor López solo espera que pasen las elecciones para efectuar una Reforma Fiscal, dicen, de gran calado, que permita financiar con facilidad sus proyectos faraónicos tales como la Refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, la Central Avionera de Santa Lucía y los miles de programas electoreros como el de Nini’s, así como el enorme subsidio a Pemex y la CFE.
Anunciarlos en este momento sería un suicidio en materia electoral, pero algo hemos escuchado referente a las propuestas fiscales que pretenden implementar a partir de 2022. Insisten en un Impuesto a la Riqueza, a las donaciones y a las herencias, muy parecido al de Bolivia decretado por el socialista Evo Morales (gran amigo de López), luego el Presidente ha insistido en decir que implementará un impuesto sobre la renta de aplicación muy sencilla, y el único modelo fiscal que podría aplicarse en estas condiciones sería precisamente una versión tropicalizada del “Flat Tax” (impulsado en su momento por Calderón, que ironía) incluyendo un aumento en la base gravable y cambios para obtener mayor recaudación en los impuestos al consumo.
México tiene ya un muy reducido margen de maniobra, y es probable que derivado de la pandemia y el pésimo manejo de la economía las tasas de interés por el servicio de la deuda externa se incrementen considerablemente, lo que implica que el tomar nuevos préstamos será mucho más caro, y también los intereses, por lo que ya debe México.
Según expertos del Fondo Monetario Internacional, la deuda de nuestro gobierno se encontrará por arriba de un promedio de 60.7 puntos del PIB de aquí al año 2026, cuando en 2019 fue de 53.3, situación que agravará aún más las finanzas nacionales que no tienen a corto plazo mejores fuentes de ingresos petroleros o recaudación fiscal, por lo que en el mejor de los casos los ingresos del gobierno mexicano será del 23.3% del PIB.
Como podemos ver la promesa del gobierno de Morena de no endeudar al país resultó otra de sus mentiras. Solo el día de ayer Hacienda anunció la emisión de bonos (endeudamiento) a 20 años por un monto de $2 mil 500 millones de dólares, a una tasa del 4.28%, mismo que se utilizará para cubrir amortizaciones de deuda por 3 mil 250 millones de dólares.
En pocas palabras nos endeudamos para pagar lo que ya debemos, y solo pagaremos una parte refinanciando el resto de los compromisos que están por vencer. Hay tres motivos principales para explicar el aumento de la deuda, el primero es el desplome del PIB, el segundo la devaluación del peso frente al dólar (que se niegan a reconocer) y la real adquisición de nueva deuda, aunque insisto prometieron no hacerlo.
Solo en el 2020 el propio gobierno mexicano realizó cinco operaciones de colocación de bonos en los mercados internacionales, aunque ellos señalan que fueron “operaciones innovadoras de financiamiento así como de manejo de pasivos”, la verdad es que al fin de cuentas es endeudamiento por más de 11 mil 925 millones de dólares y 2 mil 500 millones de euros. Para darnos una idea, cada mexicano debía en el año 2000 la cantidad de $55 mil 200 pesos y al final de 2020 debía más de $100 mil pesos.
Los más afectados por las reformas fiscales que se avizoran será la clase media que tiende a desaparecer.