Retos y oportunidades en la relación Méx-EUA

Espuma de Mar 
Por: Mariana Lizette PÉREZ OCHOA

México tiene un reto en la seguridad y la migración con Estados Unidos bajo el nuevo gobierno. Estos vuelven a ser ejes centrales, pero también se vislumbran oportunidades estratégicas para fortalecer la cooperación bilateral y regional.

La relación entre ambos países no solo se define por los flujos migratorios, sino también por una profunda interdependencia económica que, en muchos casos, es subestimada.

El Gobierno mexicano ha comenzado a fortalecer sus relaciones con países latinoamericanos, para incrementar su apoyo y unidad ante las deportaciones en Estados Unidos, y su programa Quédate en México. Es decir, México busca apoyo de otros Gobiernos para que puedan repatriar y recibir a sus ciudadanos devueltos, y no sean sólo las autoridades mexicanas quienes asuman la carga. Al mismo tiempo, la construcción de alianzas estratégicas en América Latina puede fortalecer la posición de México como un actor regional incluyente y solidario.

Por otro lado, la interdependencia comercial entre México y Estados Unidos es un factor crucial en esta ecuación. Aunque México depende en gran medida de su vecino del norte, estados clave como Texas y California también dependen del consumo mexicano en sectores como la agroindustria y la manufactura. Esta relación simbiótica es una herramienta que México debe aprovechar para negociar condiciones más favorables, tanto en el ámbito migratorio como comercial.

Los próximos meses serán un estira y afloja entre mandatarios para buscar proteger el bienestar de sus países, por lo que México tendrá que ser muy sutil, firme y persistente en este periodo bravucón y derechista del vecino del norte. Nuestro país tiene la oportunidad de anticiparse a medidas para resolverlas, negociarlas con mano dura, o bien, proteger los efectos que podría provocar, lo cual llega a ser retador por la misma contradicción de las ideologías sociales que abanderan a ambas presidencias; por un lado, la presidenta de México que representa un discurso de izquierda, profesionalmente involucrada a las causas del medio ambiente, y por el otro lado, el (por segunda vez) presidente de los Estados Unidos, con su ideología derechista bastante fuerte.

Esta confrontación ideológica añade una capa de complejidad a las negociaciones, exigiendo que México sea estratégico, firme y persuasivo en sus posturas. Sin embargo, debemos recordar que ambos líderes representan al pensamiento de gran parte de su sociedad, que, como en el caso norteamericano, la ola del conservadurismo regresó más fuerte al país, sin embargo, no es un evento aislado, pues se repite en otros casos, como en Canadá, pues varios analistas concluyen que la salida de Trudeau, quien representaba una cultura más woke y de puertas abiertas, hoy en día se convirtió en un desgaste, causando un deseo más conservador. Esto plantea una lección importante: las políticas públicas deben adaptarse constantemente para responder a las demandas sociales, manteniendo un equilibrio entre pragmatismo y visión a largo plazo.

Para progresar en este complejo escenario, México necesita mantener un enfoque estratégico, aprovechar su posición en la región y fomentar la cooperación multilateral. Este momento histórico, aunque retador, también podría convertirse en un parteaguas para redefinir el papel de México como un líder regional en un mundo cada vez más polarizado.