Riesgo y pobreza en un clima cambiante, ponencia de Andrew Maskrey en CIESAS

Foto Myriam De la ParraEn el marco del proyecto CONACYT “Los Huracanes en la Historia de México. Memoria y Catálogo”, se realizó en la sede del CIESAS-DF la conferencia titulada “Riesgo y pobreza en un clima cambiante”, impartida por el coordinador del Informe Global de Reducción de Riesgos de las Naciones Unidas, doctor Andrew Maskrey.

La conferencia inició con unas palabras a cargo de la doctora Virginia García Acosta, directora general del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), quien mencionó que en el CIESAS se tiene ya una larga tradición de más de 20 años trabajando el tema de desastres, riesgos y vulnerabilidad, particularmente asociados con amenazas naturales. Agregó que en el CIESAS se realizan estudios e investigaciones en estas temáticas desde la antropología y la historia.

Antes de cederle la palabra al conferencista, la doctora Virginia García Acosta resumió los trabajos y responsabilidades que ha tenido Andrew Maskrey y destacó su gran experiencia en el tema de riesgos, ya que actualmente él es, en Naciones Unidas, el coordinador del Informe de Evaluación Global sobre la Reducción del Riesgo de Desastres (IEGRRD) en la edición del año 2009.

Andrew Maskrey inició con algunas palabras de agradecimiento hacia la doctora Virginia García Acosta y al CIESAS por facilitar la presentación. Luego el conferencista anunció que mostraría el IEGRRD, mismo que ya fue presentado por Ban ki-moon, Secretario General de Naciones Unidas, en mayo de 2009. Anteriormente ya habían salido algunos informes globales sobre el tema de riesgos publicados por el Banco Mundial y otro por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), pero en 2006 todas las agencias de Naciones Unidas decidieron ponerse de acuerdo para que este informe saliera en conjunto.

A modo de introducción el doctor Andrew Maskrey comentó que desde el lanzamiento del informe en todo el mundo se han realizado cerca de 23 presentaciones en distintos países, para distintos tipos de público, “eventos como estos son muy importantes para nosotros, porque uno no hace un informe para que se quede en la biblioteca, sino realmente para entrar en debate y entrar en polémica con el público y con los países en distintas partes del mundo”.

El conferencista explicó que el informe es útil para cualquier persona que trabaje en el tema, porque expone datos globales que rodean el desarrollo social y económico; que además vienen a ser magnificados por el cambio climático.

Para contextualizar las acciones que están realizando los países en el tema de reducción de riesgos, Andrew Maskrey mencionó que en el año 2005 hubo una reunión global en Japón y 168 estados miembros de la ONU ratificaron algo que se llama el marco de acción Hyogo para la reducción de riesgos. Maskrey explicó que más allá de un instrumento burocrático, lo importante es que por primera vez los países reconocen que el riesgo de desastres es un tema político. “Al ratificar el marco de Hyogo se pone en tema algo que dice que yo puedo como un estado, o reducir, o aumentar los riesgos, porque es un reconocimiento ya formal, que eso no es un problema de actos de dios, de eventos aleatorios, ante los cuales no se puede hacer nada”.

El contenido del informe básicamente está dividido en cuatro objetivos que Andrew Maskrey señaló: “Uno es reunir lo mejor de la información científica actual para identificar y medir los patrones y tendencias de riesgo a nivel global. El propósito no es tratar de llegar a un nivel de detalle, es realmente una visión global, de comparación entre países”.

El segundo objetivo es “tratar de identificar y mejorar nuestro conocimiento de los factores causales de riesgo, además de sus consecuencias para el desarrollo humano y económico”. El tercero es “evaluar el progreso de los países hacia los objetivos del marco de Hyogo, y para hacer el informe se realizó un trabajo bastante intenso con los mismos gobiernos, se logró que más de cien gobiernos hicieran una autoevaluación de sus avances hacia el marco de Hyogo”. Y como cuarto objetivo se “trataron de señalar algunas iniciativas de política que podrían superar las barreras identificadas”.

El doctor Andrew Maskrey dijo que para armar este informe se realizó un trabajo mancomudado con una serie de organizaciones científicas y técnicas, logrando elaborar un modelo global de riesgos, que parte de datos sobre amenazas. “Tomamos datos sobre huracanes, sismos, inundaciones, deslizamientos, tsunamis; también datos de exposición de la población y de los bienes económicos; incorporamos datos sobre las pérdidas a nivel global y se armó un modelo econométrico que funcionó haciendo una serie de regulaciones estadísticas con indicadores sociales y económicos de la vulnerabilidad”. Con base en estos datos, se puede estimar con cierto grado de certeza el nivel de riesgo de cada país.

Andrew Maskrey explicó que el modelo dio varios resultados con respecto a los riesgos. Primero que se tienen “dos miradas distintas al riesgo, que damos en el informe para cada una de las amenazas. Pero también que la distribución de riesgos es desigual entre grupos de países”. Por ejemplo, “se tomaron dos mapas del riesgo de mortalidad para ciclones tropicales para comparar dos países con más o menos la misma cantidad de población expuesta cada año. Y resultó que Japón, con un promedio de 22.5 millones de personas expuestas cada año y Filipinas con 16 millones expuestas cada año tienen distinta mortalidad. El modelo arrojó que en el caso de Filipinas, con menos personas expuestas, es 17 veces mayor que en Japón. Este es un ejemplo del tipo de relaciones presentadas en el informe para todas las amenazas”.

El ponente agregó que “el informe no sólo muestra que el riesgo está distribuido de manera desigual dentro de los países ricos y los países pobres, sino que la desigualdad es brutal. No es una desigualdad de decir dos, tres o cuatro veces más, estamos hablando de 50 o 100 veces más y eso es el tipo de factor subyacente que podemos ver”.

Otro ejercicio que se realizó con el modelo consistió en simular lo que está pasando con los niveles del riesgo, es decir, simular si está aumentando o está bajando a escala mundial. “Lo que el modelo arroja es que definitivamente el riesgo sigue aumentando. En términos de pérdidas económicas está aumentando mucho más rápido que las pérdidas de mortalidad, pero lo interesante de eso es lo que nos dice por qué. Básicamente lo que el modelo arroja [son] aumentos en la exposición cada vez mayor de las personas y los bienes en zonas donde suceden las amenazas. Además el modelo encuentra la vulnerabilidad muy ligada a los indicadores de desarrollo social en los países. Y en la medida que los indicadores de desarrollo social aumentan, la vulnerabilidad baja, sin embargo lo que está sucediendo es que la vulnerabilidad no está bajando a un ritmo suficientemente rápido para compensar el gran aumento de la exposición”, explicó Andrew Maskrey.

Con el informe también se puede ver cómo las pérdidas económicas afectan a distintos países, “Tomamos dos de las economías más grandes del mundo: Estados Unidos y la India, pero lo interesante es que uno es un país con altos ingresos y el otro es un país con bajos ingresos. Y la conclusión fue que en los países grandes realmente las pérdidas económicas tienen un efecto mínimo, a veces nulo, sobre lo que es el proceso de acumulación de capital. Cuando hay grandes desastres por lo general no pasa nada. En cambio, al otro extremo, agarramos un par de islas pequeñas: Santa Lucía en el Caribe y Samoa en el Pacífico y el impacto es brutal”.

Con este modelo de regresiones y de factores de vulnerabilidad se analizaron más de cuarenta variables sociales y económicas. De estas variables las que mejor explicaron el riesgo para casi tosas las amenazas fueron la pobreza medida por el producto per cápita y también el índice de gobernabilidad, que fue extraído del Banco Mundial. Según la explicación del doctor Maskrey, estas dos variables hacen que el modelo se vuelva interesante porque “por un lado se pueden ver países pobres que sin mejorar realmente la pobreza, habían hecho avances significativos de su institucionalidad para la reducción de los riesgos y por otro lado hay países donde uno ve que hay un crecimiento económico muy rápido pero no acompañado con mejoras en la institucionalidad, es decir que no hay códigos de construcción, planificación urbana y una serie de otras cosas donde se ve que el riesgo aumenta”.

En el caso de la mortalidad, se explicó que “está casi concentrada exclusivamente en los países de ingresos medio bajos, porque es donde existe el asunto de una urbanización bastante rápida creciendo mucho más rápido que las capacidades del estado para reducir los riesgos asociados con ese tipo de urbanización. Es en este punto donde entran en juego las dos variables: un poco de pobreza y de deficiencia, y un poco en la gobernanza”.

Como parte del proceso de elaboración del informe también se vio un estrato del riesgo que no está en las bases globales y tiene que ver con riesgos asociados con eventos pequeños y localizados, “pero de ocurrencia muy frecuente utilizando unas bases de datos que se llaman Desinventar. Se analizaron como unas doce bases de Asia principalmente y de América Latina y utilizando una técnica estadística bastante cruda pero efectiva, se observó la concentración de distintos tipos de pérdidas y se descubrió que la mayor parte de los muertos y de las pérdidas económicas directas están concentrados en muy pocos eventos que han ocurrido frecuentemente”.

“Con la técnica estadística que utilizamos para separar esos dos mundos categorizamos uno como riesgo intensivo y el otro como riesgo extensivo. Y utilizamos un umbral en la base de datos que a nivel municipal es de 50 muertos y 500 viviendas destruidas para diferenciar entre los dos. Sí, es arbitrario, pero fue lo que estadísticamente arrojó. Lo que hicimos fue con una muestra de 126 elementos, intentamos sacar unas tendencias estadísticamente válidas por un periodo de 20 o 30 años y lo que se ve básicamente es que sí hay un aumento en el número de eventos, sobretodo relacionados con inundaciones, torrenteras, inundaciones y lluvias, que además son bastante dramáticos más o menos desde principios de la década de los noventa. Luego siguen los incendios y las avalanchas, además hay un aumento también de los daños promedio por evento. Esos datos no están normalizados, pero la normalización que hicimos a groso modo mostraba que el aumento era mucho más que el incremento promedio de la población en los países”.

El conferencista precisó que probablemente haya un sesgo en la información, pero que se está consciente de ello. Además como observación dijo que se hicieron algunos ejercicios en unos países, que dieron como resultado que el sesgo afecta más las zonas rurales “sabemos que hay un sesgo, pero es muy difícil saber cuál es este sesgo, sabemos que posiblemente haya algo de cambio climático metido ahí, que es obviamente la primera conclusión que a la gente le gusta decir, pero es también en este momento muy difícil decir si hay y si es que hay ¿qué cosa representa? Porque tampoco hay datos sobre los cambios climáticos a un nivel de resolución que uno pueda comparar con esos datos que están a nivel municipal. Es muy difícil hacer una correlación”.

Para ver cómo éstas pérdidas retroalimentaban la pobreza y los indicadores de desarrollo humano, Andrew Maskrey mencionó que se hicieron una serie de 20 casos de estudios en diferentes países del mundo. “En el caso de México fue coordinado por Rodolfo de la Torre, cuyo resultado fue que en cualquier municipio donde había pérdidas por desastres por cualquier tipo, se mostraron efectos negativos en los indicadores de desarrollo humano y básicamente el municipio estaba más marginado. Si no me equivoco, hay un índice de marginación que entre más marginado el municipio, más agudos son los impactos y vimos prácticamente eso en todos los países que se hicieron los estudios, en Asia, África y en América Latina. Y creo que todo esto nos ayudó a reconstruir nuestro desastre, porque muchas veces pensamos que el desastre es mortalidad en el momento, o que solo es destrucción de viviendas y nos olvidamos de muchos impactos en los indicadores sociales, como impacto en la nutrición, en la mortalidad infantil, distintos indicadores de educación, de salud y en la misma pobreza y con efectos en algunos casos donde había datos longitudinales que uno podía ver efectos que duraban a veces en el tiempo cinco o diez años, en una población afectada por un desastre o en un hogar”.

Otro caso que se tomó en cuenta en la elaboración del informe fue mirar medios de vida rurales vulnerables, sobre todo frente a las sequías y las inundaciones, “En esta parte vimos realmente la capacidad o más bien la poca capacidad de los hogares rurales para absorber pérdidas y la poca resistencia a veces frente a la pérdida de cosechas, la pérdida de viviendas y la pérdida de infraestructura.”

Como último capítulo del informe se analizó el problema del declive de los ecosistemas, que es la manera en como estamos haciendo desaparecer las zonas pantanosas, los manglares y los bosques, los cuales cumplen con funciones muy importantes en regular las amenazas, por ejemplo las inundaciones. “Esa parte de los datos fue tomada de una evaluación de los ecosistemas global que hizo Naciones Unidas en el 2005, que se llama Millennium Assessment Reports”.

Maskrey mencionó que uno de los temas más complicados fue el Cambio Climático, ya que como él mismo explicó, no se puede publicar un informe de Naciones Unidas en el año 2009 que no diga algo sobre Cambio Climático. El problema radica en qué es lo que se va a hacer con este cambio climático. “Una de las cosas que se hicieron fue un trabajo con la Organización Meteorológica Mundial. Se trató de armar lo que por lo menos hasta el año pasado fue la base de datos más completa sobre ciclones tropicales en el mundo, que confirmó algo que ya había sido publicado en una serie de documentos académicos mostrando que, si bien no había evidencia alguna para asegurar que el número de ciclones había aumentado con el tiempo, el número de ciclones muy fuertes (los de categoría cuatro y cinco) sí habían aumentado en el tiempo y sobre todo en años en que había evidencia de que la temperatura superficial del mar había aumentado”.

Según Andrew Maskrey esto quiere decir que para el informe, si las causas que están realmente empujando el riesgo son las que se mencionaron como el declive de ecosistemas, la urbanización descontrolada y medios de vida rural, lo que va a hacer el cambio climático es actuar sobre estos factores causales. Y si aceptamos que el riesgo está tan desigualmente distribuido entre países pobres y países ricos “básicamente la hipótesis que plantea este informe es que si el cambio climático magnifica el riesgo, también va a magnificar la desigualdad social del riesgo”.

Para completar el informe, Maskrey mencionó que se pidió a los países que hicieran una autoevaluación sobre el riesgo “En estas autoevaluaciones de los países vemos un avance relativamente importante en preparativos y respuesta, que se traduce en una reducción de la mortalidad, importante en muchos países. Es coherente con lo que vimos en el modelo de riesgos, cuando vimos que la mortalidad aumenta con menos rapidez que las pérdidas económicas. Pero lo que salió dramáticamente en todos los informes fue la incapacidad de los países para insertar la gestión de riesgos en los procesos de desarrollo. Y eso no fueron datos nuestros o invención nuestra, esos son cien informes de cien países que los mismos países nos entregaron”.

Maskrey resumió que “realmente vemos una serie de contrastes entre lo que está pasando con los patrones de riesgo y la capacidad de los países para manejar esos procesos. Y yo pienso que es una gran honestidad por parte de los gobiernos decirnos que no están por encima de eso. Tenemos la capacidad de salvar vidas, estamos mejorando los preparativos, la respuesta, los sistemas de alerta, pero mala suerte, no estamos por encima de los procesos de desarrollo, eso fue el mensaje que salió de estos informes”.

Una de las primeras conclusiones del doctor Maskrey, con base en el informe, fue que con el modelo de regresión supieron que “el riesgo a nivel global está concentrado muy intensivamente, osea que no está nada distribuido de una manera equitativa sobre la superficie de la tierra. Sino que está concentrado muy intensivamente. Y no es ninguna sorpresa que los países que concentran más riesgo son los países más grandes, ya que tienen la mayor cantidad de población expuesta”.

Otro de los mensajes finales fue que “debemos encontrar formas de repensar el tema a nivel del estado. No como al nivel de una institución dentro del estado, sino de una manera que podamos alcanzar esos factores subyacentes de riesgo. Y eso es necesario para reducir el riesgo y para lograr el famoso marco de Hyogo. Pensamos también que eso es crítico para alcanzar los objetivos del milenio, que son los objetivos de la reducción de la pobreza”.

Como tercera conclusión expresó “pensamos que actualmente se tiende a hablar de la adaptación al cambio climático y la reducción de riesgos como si fueran dos cosas distintas. Pero también podemos decir que otro de los mensajes principales del informe es que adaptarse al cambio climático también pasa por estos factores subyacentes de riesgo”.

Finalmente dijo: “Sabemos que hay un sesgo en los datos, pero no lo podemos medir. Sabemos que hay una influencia del Cambio Climático, pero no la podemos medir. Pero los factores como tipo de crecimiento de asentamientos urbanos marginales, declive de los ecosistemas y aumento en la vulnerabilidad de los medios de vida rurales, son factores que sí se pueden comprobar con bastante evidencia de cómo influyen en esa tendencia”.

El doctor Andrew Maskrey agradeció la atención prestada y dio por concluida su exposición. Luego se realizó una serie de preguntas y respuestas a las cuales respondió y una vez aclaradas las dudas, se dio por terminada la conferencia.


Xiomara Espinosa López es estudiante de la Licenciatura en Periodismo de la Universidad de Colima, participa en el proyecto Los Huracanes en la Historia de México. Memoria y Catálogo y en el programa Veranos por la Innovación en la Empresa.

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