Ruth Bader Ginsburg, la juez que rompió barreras

EL ARCÓN DE HIPATIA

Por: Saraí AGUILAR ARRIOZOLA

Ruth Bader Ginsburg, jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos, falleció el pasado viernes 18 de septiembre y con ella partió un ícono feminista del mundo occidental.

Ginsburg, que murió a los 87 años debido a un cáncer de páncreas, fue un símbolo progresista en asuntos como la igualdad de género, la inmigración, el aborto y el matrimonio igualitario.

La segunda mujer nombrada para integrar el máximo tribunal en la historia de EU se convirtió en una auténtica figura de culto entre la izquierda y su rostro ilustraba camisetas que exhibían con orgullo jóvenes de todo el país.

Muchos de sus fans se referían a ella como “Notorious R.B.G.”, en alusión al popular rapero neoyorquino Notorious B. I. G., asesinado en 1997.

Al igual que el músico, Ruth Bader Ginsburg nació en Brooklyn. Hija de un inmigrante judío de Rusia, estudió en Cornell, Harvard y Columbia, donde obtuvo su licenciatura en Derecho.

En un inicio ella, quien había sido la mejor de su clase en un mundo de hombres, ante la discriminación en las grandes firmas de abogados que le negaron empleo, inició su carrera profesional en la docencia y posteriormente combinó ésta con la lucha por los derechos de las mujeres.

Antes de llegar al Tribunal Supremo había defendido con éxito ante la Corte casos que rompieron el muro de la discriminación por género. Apasionada de las causas por los derechos civiles en los años setentas, fue una de las fundadoras del Proyecto de Mujeres de la Unión Para las Libertades Civiles en América (ACLU, por sus siglas en inglés), que tenía el objetivo de cambiar las leyes para favorecer la igualdad entre hombres y mujeres.

Desde 1993 hasta este año fue jueza de la Corte Suprema, nombrada por el presidente Bill Clinton. Y su preocupación al morir era que no fuera ocupado su espacio antes de las elecciones presidenciales de noviembre para que la Corte no perdiera un espacio liberal, al ser convocado algún juez afín al actual presidente Donald Trump.

Bader entendió perfectamente las intersecciones que vive una mujer y la diferencia entre discriminación por género y discriminación racial.

“La enorme diferencia entre luchar contra la discriminación de género y la discriminación racial es que las personas buenas perciben inmediatamente la discriminación racial como algo malo e intolerable. Pero cuando hablé sobre la discriminación basada en el sexo, recibí la respuesta: ‘¿De qué estás hablando? ¡Las mujeres son tratadas mucho mejor que los hombres!’”.

Bader Ginsburg utilizó los fallos contra la segregación racial para mostrar que lo mismo sucedía con las mujeres. Fue creando antecedentes jurídicos para ir de poco en poco terminando contra la discriminación en un mundo donde sólo había hombres y blancos en los tribunales.

Y ante los que hoy cuestionan hasta dónde pretendemos llegar las mujeres con la lucha feminista, que hasta cuándo protestaremos, hasta cuándo seguiremos tomando los espacios públicos y alzando la voz, habría que recordarles las palabras de la jueza Bader en su libro “My Own Words”.

Tanto para hombres como para mujeres, el primer paso para conseguir el poder es hacerse visible para los demás y luego montar un espectáculo impresionante. A medida que las mujeres alcancen el poder, las barreras caerán. A medida que la sociedad vea lo que las mujeres pueden hacer, a medida que las mujeres vean lo que las mujeres pueden hacer, habrá más mujeres haciendo cosas, y todos estaremos mejor “.

 

Columna publicada con la autorización de @saraiarriozola