“Los mexicanos nos reímos de la muerte”, reza el dicho nacional y aunque esto es cierto, la sonrisa se termina cuando alguien muy cercano, alguien que queremos, fallece, sobre todo cuando hablamos de enfermedades crónico-degenerativas como el cáncer.
Del cáncer se sabe que es un conjunto de enfermedades relacionadas con el crecimiento acelerado de células que tienen la capacidad de invadir o diseminarse a otros órganos. Es la segunda causa de muerte en el mundo. Del cáncer hay diferentes tipos y tratamientos, pero pocas veces se piensa en esta enfermedad desde las emociones, desde la economía, desde las familias.
Karla Nava Rojas, psicóloga en el Instituto Estatal de Cancerología, del IMSS Bienestar, y egresada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima, habló en entrevista de lo complicado que es para él o la paciente, y para la familia, esta enfermedad, pues el proceso de duelo comienza desde el momento en que se detecta una bolita o algo distinto en el cuerpo. “Desde ahí se viene una serie de preguntas, de cuestionarse qué se hizo mal, de sentir culpa”.
El contexto familiar
Esta enfermedad, dijo Karla Nava, modifica las dinámicas familiares. “Si es el papá y éste cumplía la función de proveedor, hará falta el ingreso, pero si ambas partes trabajaban, aun así, hará falta una parte y comenzará la incertidumbre de ‘se me va a morir mi familiar’, ‘cómo le vamos a hacer para costear el tratamiento”.
Y es que si bien, comentó, hay instituciones como el Instituto Estatal de Cancerología que cubre el costo de tratamiento, hay medicamentos que no se tienen y las familias tienen que comprarlos. Aunado a ello hay gastos de traslados, comidas, alojamiento. Por ello, dijo, es importante que se tengan redes de apoyo, entre familiares, amigos o conocidos, que les permitan estar al pendiente del paciente, que sean capaces de respetar sus decisiones, y que al mismo tiempo puedan continuar con sus actividades, para que la economía no se vea del todo disminuida.
El componente emocional en esta enfermedad -comentó- está relacionado, por un lado, con el diagnóstico; es decir, con el miedo, la angustia, la frustración por el paciente enfermo, y, por otro, con las problemáticas sociales. “Hay sintomatologías asociadas a la ansiedad o depresión, porque se cuestionan cómo van a pagar el traslado, la alimentación de los hijos y muchas ocasiones tienen que tomar una decisión difícil: o le dan de comer a los hijos o acuden al tratamiento”.
Entonces, hablamos también de una enfermedad con desventajas, dificultades, dijo. En ocasiones, añadió Nava Rojas, se cuestiona al paciente por no hacerse exámenes a tiempo, “pero nunca vemos dónde vive, si tuvo estudios, cuáles son sus creencias; nosotros tenemos el privilegio de conocer sobre el tema, pero muchas personas no, entonces, también es importante conocer la esa parte del paciente, porque no se dan cuenta de la dimensión de estos síntomas”.
Ésta es precisamente la tarea que realizan los y las psicólogas, en un área llamada psicología paliativa. “Nos aseguramos de que entiendan la dimensión de la enfermedad, que va a avanzar, y que la consecuencia en algún momento podría ser la muerte”.
Voy a hacer todo para que vivas
Cuando se da el diagnóstico positivo de cáncer, una de las primeras ideas que pasa por la cabeza de los pacientes y su familia es: ’me voy a morir”, aunque éste no siempre sea el final de la enfermedad. Hay pacientes que se recuperan.
Comentó que hay pacientes deciden ir por todo el tratamiento, mientras que otros no quieren hacerlo o detienen su tratamiento cuando ya no pueden. En estos casos, continúo, hay una frase que siempre resuena: “hazlo por nosotros, por tus hijos”. Es una frase muy fuerte, “porque es una carga para ellos, porque ya han vivido un proceso que ha sido muy doloroso y complejo”.
Entendemos -dijo- que hay un miedo a perder a un familiar. “También tenemos que entender que ellos sufren física y emocionalmente. En la familia también hay un desgaste emocional al ver el sufrimiento y buscan de alguna manera salvar a su familiar, pero quien sufre más es el paciente. De alguna manera, los familiares de los pacientes que ya están en etapa terminal ven deterioro físico y se van haciendo a la idea de ‘en algún momento va a pasar’. De alguna manera se normaliza que la muerte va a llegar”.
Es fundamental preguntarle a la persona ¿qué quiere?
En enfermedades como el cáncer, dijo, es fundamental preguntarle a la persona ¿qué quiere? ¿qué necesita? ¿en qué te puedo apoyar?, porque las experiencias de vida son distintas, pensamos diferente, “por eso es importante preguntar ‘a ti ¿qué te causaría tranquilidad?’”.
Hay pacientes, compartió a los que ya se la han hecho todos los tratamientos y en algún momento éstos ya no funcionan. “Entonces cambian los objetivos; si era curativo, ahora pasa a paliativo, es decir, van a intentar disminuir o quitar los dolores. Esto quiere decir que en algún momento esperan la muerte y se tiene que ir trabajando de manera conjunta para aceptarla”.
Sin embargo, hay quienes se resisten y no quieren hablar de ello. “Tampoco los puedes obligar a que hablen del tema, entonces, como psicólogas tenemos que respetar esa decisión. Pero también es importante decir: está bien, no quiero que mueras, pero veo que estás sufriendo mucho, entonces voy a cuidarte hasta donde tú quieras”.
Afrontar la pérdida de un ser querido.
Cada persona afronta la pérdida de forma distinta y eso está relacionado con el contexto, la familia, el nivel educativo, la experiencia y quien es la persona que murió. Es muy distinta la forma de afrontar la muerte de una madre, de un padre, de un hermano o hermana. También depende de la edad, es muy diferente si eres adulto, porque tenemos la creencia de que si eres adulto tienes más posibilidades de morir, que realmente nos puede pasar en cualquier momento”.
En México, comentó, tenemos los funerales de cuerpo presente. “Hay comida, cantos, todo ese ritual de acompañar es muy importante, es justo para aceptar y afrontar que esa persona ya no está. Cada duelo es diferente, no es lineal, depende de quién sea, qué tan importante era para mí, realmente ésa es la diferencia”.
Octubre, concientización del diagnóstico oportuno
Para Karla Nava es importante concientizarnos sobre la cultura de la prevención; es decir, ir a revisión cada que se pueda. “El miedo no va a modificar un diagnóstico oncológico, lo que va a modificar es qué tan temprano o tan tarde se diagnostique”.
Hay algo muy importante que no podemos olvidar, enfatizó la psicóloga: las diferencias sociales. “Hay personas que tienen desventajas, que no tuvieron la oportunidad de ir a la escuela, ni siquiera tienen los cuidados básicos en casa y tienen una concepción diferente de la vida; entonces, no le puedo pedir a una persona que tenga la conciencia de una enfermedad como es el cáncer, si ni siquiera tiene idea de que si te sale una bolita es algo raro o que no está bien, o que el pie se inflame cuando es un linfoma”.
“Nosotros tenemos el privilegio de haber estudiado, de tener estas experiencias, que te permiten tener una concepción diferente del médico o de la cuestión de salud. Las personas que son marginadas, ni siquiera piensan eso, porque primero tienen que pensar en qué van a comer hoy, qué le voy a dar de comer a mis hijos”.
Para terminar, dijo que “como sociedad tenemos que realizar acciones para que en algún momento todas las personas tengamos la oportunidad de tomar decisiones de manera más consiente”.