Por Héctor Romero Fierro
Tanto la renuncia de Germán Martínez Cázares a la Dirección del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), como la de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Josefa González a la Semarnat, Tonatiuh Guillén al INM, Simón Levy a la Sectur, y ahora la de Javier Jiménez Espriú a la SCT, y de muchos otros de la CuatroTé, se dieron al no estar conformes con las erróneas políticas adoptadas, sin reflexión alguna, directamente por Manuel Andrés López Obrador (MALO) ¡Ya es un horror estar con Obrador!
La primera renuncia fue del ex panista Germán Martínez, que al despedirse acusó los graves recortes de personal y la agresiva política de ahorros en el organismo, que con el tiempo vemos, fue un error que dejó al IMSS atado de manos para atender, el covid cuando apareció en el país.
Martínez, señaló: “estoy consciente de los límites y de mis límites, puedo equivocarme, pero soy decente y tengo vergüenza pública, y con serenidad de ánimo, presento, en este momento, mi renuncia al cargo de director general del Instituto Mexicano del Seguro Social”… existe una “injerencia perniciosa” de algunos funcionarios de la Secretaría de Hacienda (SHCP), que pone en riesgo la vocación igualitaria, de justicia, y de prestación de servicios del instituto…
“Ahorro y más ahorro, recortes de personal y más recortes de personal, y un rediseño institucional donde importa más el ‘cargo’ que el ‘encargo’”… por eso, controlar en exceso esos recursos, que son de trabajadores y empresarios, sin racionalidad y sin apego a las normas del IMSS, puede acabar con esa dinámica de solidaridad social propia del Instituto”.
Ahora, vemos que fue criminal esa política de austeridad republicana en un organismo ajeno al gobierno federal.
Carlos Urzúa señaló como motivo de su renuncia lo publicado en su cuenta de twitter: “me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. Esto fue motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente de conflicto de interés”, dijo el economista.
Ahora Javier Jiménez Espriú, en una acto de congruencia que no hubiera yo esperado de él, ya que se caracterizaba por ser el secretario que más justificaciones idiotas había hecho valer para respaldar errores presidenciales tales como la cancelación del NAIM, (renuncia que debió presentar por congruencia desde entonces), ahora manifiesta con gran y justa preocupación la grave trascendencia de trasladar funciones “eminentemente civiles” de los puertos al “ámbito militar” de la Secretaría de Marina, continuó: “lamento profundamente no haber tenido éxito en transmitirle mi convicción y mi preocupación, sobre la grave trascendencia que considero tiene esta medida para el presente y futuro de México, tanto en lo económico como en lo político”, alertó. Lástima que la dignidad brotó hasta estas fechas.
Tiene razón Jiménez Espriú: es una grave violación constitucional intervenir, sin fundamento legal alguno, la operación de los Puertos, funciones que corresponde a la SCT y el de las aduanas marítimas al SAT, todo por ese terror que tiene MALO a un golpe de Estado, por lo que le otorga más y más concesiones y beneficios al Ejército y la Marina.