Semana de altares de muerto

Colima.- En el marco del Día de Muertos, desde la semana pasada se inició con la instalación de diversos altares para homenajear a los seres queridos que se han adelantado en el camino.

El altar de muertos es una de las tradiciones de mayor relevancia en México, así como una de las expresiones culturales más antiguas e importantes entre los grupos indígenas del país.

Considerada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como parte de las Obras Maestras del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad desde 2003 e inscrita en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2008.

La celebración indígena del Día de Muertos, por lo general, se lleva a cabo a finales de octubre (del 25 al 30) y principios de noviembre (del 1 al 3). La fecha de inicio de estas celebraciones varía según las tradiciones o costumbres de cada región. Por ejemplo, en el estado de Morelos comienza el 28 de octubre, día destinado a las personas que perdieron la vida de manera trágica, mientras que en regiones como Cuanajo, Michoacán inicia el 31 de octubre, fecha dedicada a conmemoran a los niños y personas que murieron solteras.

De acuerdo con el calendario católico, el primer día del mes de noviembre se conmemora a Todos los Santos y el día 2 a los Fieles Difuntos.

Sin embargo, en la tradición popular de gran parte de la República Mexicana, el día 1 se consagra a los muertos chiquitos; es decir, a los niños fallecidos, mientras que el día 2 a los adultos o muertos grandes.

Como podemos observar, existen una serie de variantes a lo largo del país y cada lugar tiene su manera muy peculiar de rendir culto a sus seres queridos en estas fechas.

La festividad de Muertos es una celebración que honra a los difuntos y data desde mucho tiempo antes de la llegada de los españoles a nuestro país.

Existen indicios de ésta desde hace por lo menos tres mil años en algunas de las antiguas etnias mexicanas. En sus orígenes el punto central del culto a los muertos fue la creencia de que las almas de los difuntos regresan del inframundo.

En estas celebraciones acostumbraban colocar altares con ofrendas para recordar a los muertos, en donde se llegaban a ofrendar a los Dioses las cabezas de los cautivos sacrificados. Estos altares, denominados tzompantli, consistían en hileras de cráneos ensartados por perforaciones hechas en los parietales, los cuales simbolizaban la muerte y el renacimiento.

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