La del educador, dijo Benito Guillén en entrevista, “es una profesión que requiere pasión; no se puede ejercer fríamente. Somos profesionales, sí, desde luego, buscamos un empleo y vivimos de nuestro trabajo, pero este trabajo requiere pasión y de un estar con el otro, con el que estamos educando; darle al otro todo lo que tenemos”.
Benito Guillén Niemeyer, desde hace quince años, es el impulsor y organizador del Encuentro Nacional de Estudiantes de Pedagogía y Ciencias de la Educación, que en estos días se realizó por segunda ocasión (la primera en 2008) en la Universidad de Colima. Es, además, director general del Centro de Innovación y Asesoramiento Pedagógico, A. C. (CIAP) y además presidente del Comité para la Evaluación de Programas de Pedagogía y Educación (CEPPE).
Volvió con este encuentro, dijo, porque con la UdeC tiene “mucha cercanía afectiva y profesional” y porque además esta casa de estudios “cuenta con el recurso humano comprometido con su trabajo; eso a nosotros como organizadores nos da la certeza de que el evento tendrá éxito, además, cuenta con muy buena infraestructura, como el teatro y los espacios de la Facultad de Ciencias de la Educación”.
Guillén Niemeyer dijo que en este encuentro, que reúne a jóvenes de más de veinte entidades del país, “es posible discutir libre y respetuosamente las ideas sin afanes políticos o partidarios. No es negar la importancia que tiene la política en los procesos sociales, en particular la política educativa en la conformación de nuestro sistema educativo nacional, pero también hay un análisis serio, científico, de los fenómenos educativos, que busca alternativas y soluciones formales, de largo plazo e intensas. No buscamos la coyuntura, sino cómo resolver a largo plazo el asunto”.
Para este investigador, “la educación es la clave en el desarrollo de México, y si no estamos incidiendo en ella positivamente, entonces no puede haber proyecto de país”.
A diferencia de otras profesiones, dijo, a los educadores no les está permitida una opinión fácil, panfletaria o ideologizada. “No podemos darnos ese lujo. Tenemos que participar con seriedad y fundamento en la propuesta”.
“Somos educadores –dijo– y los educadores tenemos un compromiso desde nuestra conducta personal, desde una vida en valores, porque no puede uno creer que a los jóvenes o a las nuevas generaciones hay que formarlas en valores si uno no los está viviendo. Los valores no se enseñan, se transmiten a partir de la experiencia de vida”.
Por eso, la sugerencia que les da a los jóvenes para no perder la fe en la carrera que han elegido “es que vivan con amor su profesión (quisiera decir que también su vida, pero bueno, ahí cada quien va escogiendo), porque cuando uno trabaja en lo que ama, no trabaja en realidad: vive”.
Esta experiencia de vida, dijo por último, “es la que tenemos que transmitir y vivir para los jóvenes y para aquellos a quienes educamos. Ser educador es una de las mayores responsabilidades, pero también una de las actividades más altas que puede ejercer el ser humano, y creo que si nos formamos en ello y lo ejercemos con ese compromiso, los educadores vamos a contribuir a la transformación positiva del país”. BP