Sinaloa.- Miles de sinaloenses tomaron las calles de Culiacán para exigir justicia por los asesinatos de los niños Gael y Alexander, víctimas de la creciente ola de violencia que azota al estado.

Al grito de “¡Fuera Rocha!” y “¡Los niños no se tocan!”, la ciudad se convirtió en el epicentro de una manifestación que dejó en evidencia el malestar social ante el desbordamiento de la inseguridad.

La protesta, convocada por organizaciones civiles y ciudadanos indignados, culminó con cientos de manifestantes irrumpiendo en las oficinas del gobernador Rubén Rocha Moya. Sin embargo, el mandatario no se encontraba presente, lo que intensificó las críticas de los manifestantes, quienes denunciaron falta de compromiso y acción por parte del gobierno estatal.

Un respaldo oficialista en plena crisis

Mientras la tensión crece en las calles, Rubén Rocha Moya se reunió con legisladores de Morena provenientes de Sinaloa, Sonora, Baja California y Baja California Sur, junto al coordinador de la bancada en el Congreso federal, Ricardo Monreal. En el encuentro, los morenistas cerraron filas en apoyo al gobernador, quien enfrenta una crisis política y social sin precedentes.

Monreal expresó que Rocha cuenta con el respaldo de la Federación, liderada por Claudia Sheinbaum, y de la mayoría oficialista en la Cámara de Diputados, asegurando que trabajarán conjuntamente para restaurar la seguridad en Sinaloa. También se presentaron las prioridades de la agenda legislativa para el próximo periodo.

Por su parte, el gobernador agradeció el apoyo y reconoció la complejidad de la situación. Sin embargo, aseguró que, mediante el trabajo coordinado entre las fuerzas federales y estatales, Sinaloa podrá recuperar la paz.

El contraste entre las protestas ciudadanas en Sinaloa y el respaldo político del oficialismo al gobernador Rubén Rocha Moya, refleja la profunda brecha entre las demandas sociales y las acciones de un gobierno que se dice humanista.

Mientras el oficialismo reafirma su compromiso con Rocha, los habitantes de Culiacán exigen resultados tangibles y urgentes ante una inseguridad que afecta cada vez más a los sectores vulnerables.

La marcha por Gael y Alexander simboliza el dolor y la indignación de una sociedad que no quiere acostumbrarse a la violencia. La exigencia es clara: justicia para las víctimas, seguridad para las familias y acciones concretas que devuelvan la calma a un estado sumido en el miedo.

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