Por Balvanero Balderrama García balvanero@gmail.com / @Balvanero.B
La feria tiene múltiples sonidos, todos ellos interpretados por la particular experiencia.
Habrá para quienes, por ejemplo, el monótono diálogo de los vendedores -no he visto mujeres en ese menester- les recuerde a sus visitas de la infancia con sus padres: póngale este, y este, y este otro…
Todos los sentidos captan y le dan forma a la fiesta. Desde que se va uno acercando, al hacerse más lento el tráfico, las luces a la distancia -poco a poco me voy acercando a ti-, destacando las de los juegos que marean y generan la adrenalina del vértigo y los descensos repentinos y veloces.
Los aromas, el bullicio, las músicas -hay muchas-, juegos de destreza, juegos de azar, comidas y bebidas.
A todo eso, y más, suena la feria. Resuena en el presente y nos trae ecos del pasado.
Es el tema del programa vespertino-nocturno de Universo (de 7 a 8 pm). Por su cabina, ahora transparente, desfilan personas ligadas a lo que se presenta y aprecia en el recinto ferial: responsables municipales de cultura, funcionarios estatales y universitarios, artesanos, artistas, comerciantes, trotaferias, estudiantes, docentes, etcétera. Ahí se ve y suena la radio, ahí se ve y suena la feria.
En Colima, es el máximo evento cultural-artístico-musical del año: la feria de todos santos. El festejo en honor de quienes no están; el jolgorio en torno al 1 y 2 de noviembre, los fieles difuntos.
El sitio web https://www.nferias.com/mexico/ contabiliza 965 ferias en nuestro país; en promedio 80.41 por mes.
Solo para darnos una idea de lo que implica la profesionalización de este rubro, de acuerdo al DENUE (INEGI, 2019) en el país había 258 unidades económicas con la siguiente clase de actividad: Organizadores de convenciones y ferias comerciales e industriales.
La fiesta de Serrat, de alguna manera refleja todo lo que implica arreglar los espacios previos a los festejos: Gloria a Dios en las alturas / recogieron las basuras / en mi calle, ayer a oscuras / y hoy sembrada de bombillas.
Bien señala Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad: El solitario mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Todo es ocasión para reunirse. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias hombres y acontecimientos.
Somos un pueblo ritual.
Cada quien cuenta como le va en la feria, según el famoso dicho; es mi deseo, que si acudes, tu experiencia sea acorde a tus expectativas, de esa manera no habrá desilusión.