Por Balvanero Balderrama García balvanero@gmail.com / @Balvanero.B
A ✝Juanita, en lo que sería su aniversario 74
recordando su forma de mirar
¿Qué vemos cuando miramos? ¿lo que es? ¿lo que queremos ver? ¿lo que nos dicen que veamos? ¿lo que nadie más aprecia? ¿lo importante? ¿lo superficial?
No hay mirada desinteresada.
Las hay -miradas- malintencionadas, hirientes, amorosas, sugestivas, incrédulas, esperanzadas, suplicantes, irascibles, límpidas, cándidas, transparentes, turbias, que invitan, que rechazan.
En estos tiempos pandémicos en que lo que observamos, la mayoría de las veces, los ojos, cobran especial importancia. Se revalorizan.
En momentos en que esbozados posamos para alguna fotografía, se dice: hay que sonreír con los ojos.
Cuando queremos observar algo se hace alusión a la mirada que se utiliza para captar; también se sugiere no mirar siempre de la misma forma. El autor de El Principito, Antoine Saint-Exupery nos dice: para ver claro, basta cambiar la dirección de la mirada.
Caminos conocidos y transitados muchas veces, nos regalan otros ángulos no vistos, con sólo cambiar de conductor a copiloto. De repente hay que viajar nuestra vida en rol de copiloto, sin preocuparse tanto de mover tal o cual artefacto, sin llevar el tiempo de traslado, disfrutando el trayecto, observando el camino, apreciando el paisaje, valorando lo visto.
Estas alusiones a la mirada me llegaron como de golpe al observar en una fotografía la mirada de desprecio -también las hay- con que una persona miraba a otra.
La ENADIS 2017 -realizada en conjunto por CONAPRED y el INEGI- nos ofrece el siguiente dato en el rango poblacional de 12 a 29 años: del total, al 15.1% les hicieron sentir o miraron de manera incómoda, el porcentaje se eleva al 18.3% en el caso de las mujeres y disminuye al 11.8% en el caso de los hombres.
Qué proclives somos, como sociedad, a juzgar y discriminar -aún sin pronunciar palabra- por el tono de piel, manera de hablar, el peso o la talla, la forma de vestir, la clase social, por el lugar donde se vive, por creencias religiosas, por ser hombre o mujer, por la edad, por la preferencia sexual.
No podemos estar conformes con la sociedad que tenemos; donde prevalece la violencia sistemática, de unos cuantos, verdad es, pero que nos afecta al colectivo. Una sociedad que no es incluyente, respetuosa y que no acepta la pluralidad, la diversidad.
Dice Octavo Paz que: “el mundo cambia si dos se miran y se reconocen”: como personas, como iguales, como sujetos de derechos, con respeto.
Recuperemos el valor de la mirada que apoya en la reconstrucción de nuestro entorno, tal y como lo queremos, tal y como lo soñamos.